Mensaje del 8 de diciembre de 1985 en Perth (Australia)
La Inmaculada Concepción
Vuestra materna Pastora.
«Yo soy la Inmaculada Concepción. Soy vuestra Madre toda hermosa. Hijos predilectos, caminad por la senda del amor, de la pureza y de la santidad. Hoy estoy contenta porque veo que mi materno mensaje se ha difundido ya por el mundo entero. Muchos Sacerdotes, pero sobre todo los fieles en gran número y con mucho entusiasmo, han respondido a mi invitación a consagrarse a mi Corazón Inmaculado, a permanecer unidos al Papa, a caminar por la senda de la gracia divina, a huir del pecado, a rezar el Santo Rosario, a recogerse en Cenáculos de incesante oración, hecha Conmigo y por medio de Mí. Y tú, pequeño hijo mío, en este día, te hallas en esta ciudad tan lejana, situada en el extremo sur de este gran continente, para ser el dulce cayado de vuestra materna Pastora, que os quiere recoger a todos lo más pronto posible en el seguro redil de su Corazón Inmaculado. Ya han llegado mis tiempos. Ya cuanto os he predicho está a punto de cumplirse. Estáis en el umbral de graves y dolorosos acontecimientos para la Iglesia y para la Humanidad. Entonces, hoy, en que Cielo y Tierra se unen gozosos para venerar el singular privilegio de mi Inmaculada Concepción, a todos os invito a enrolaros en el ejército a las órdenes de vuestra Celeste Capitana, que os conduce a la batalla contra el Maligno y el pecado, para que pueda resplandecer en vosotros la purísima luz de la gracia divina y de la santidad.»