Mensaje del 9 de noviembre de 1984 en Santuario de Castelmonte (Udine)
(Durante la concelebración, inmediatamente después del Evangelio)
Mis mensajes.
«Hijos predilectos, habéis subido hoy una vez más aquí, a mi Santuario, a postraros delante de mi Imagen tan venerada, porque es signo de una particularísima presencia mía entre vosotros. Habéis venido para impetrar mi protección sobre la Iglesia, sobre el mundo, sobre todo el Movimiento Sacerdotal Mariano, difundido por todas partes. ¡Cuánto agradezco la Santa Misa que celebráis en mi honor! Con vosotros quiero que estén, espiritualmente presentes, todos los hijos predilectos de mi Movimiento de los cinco continentes, porque ya han llegado mis tiempos. En estos años os he formado como Madre a través de mis Mensajes. Son muchas las palabras de Sabiduría, que he hecho descender de mi Corazón Inmaculado para formaros según mi designio. Mis Mensajes trazan, ante todo, un camino sencillo, luminoso, que os he señalado y que debéis recorrer cada día, para vivir la consagración que me habéis hecho, para crecer en mi amor y en la vida Conmigo, para madurar cada vez más y prepararos a realizar el plan que os he trazado. Si algunos de vosotros, después de haberse consagrado a Mí, se han detenido, ha sido porque no escuchan ya, ni meditan, ni viven mis mensajes. ¡Oh!, después de mi triunfo, estos serán luz para toda la Iglesia; entonces se comprenderá todo lo que Yo he hecho en estos años por vosotros. Meditad mis mensajes, vividlos. Si vivís todo lo que os he indicado y recorréis el camino que os he trazado, caminaréis seguros por la senda de la consagración que me habéis hecho, y realizaréis el gran designio del triunfo de mi Corazón Inmaculado. De lo contrario os detendrán las dudas, el desaliento, las dificultades, la oposición que encontráis. Os detendréis, y no estaréis prontos a cumplir lo que he dispuesto para vosotros, y que hoy es tan necesario para la salvación del mundo y la renovación de la Iglesia, de la que soy Madre. En estos Mensajes os revelo también mi designio en su silenciosa preparación, en su dolorosa actuación y en su victorioso cumplimiento. Ya estáis a punto de llegar al término más doloroso y sangriento de la purificación, que se desarrollará en estos años, antes del gran triunfo de mi Corazón Inmaculado, con la venida del Reino glorioso de Jesús a vosotros. Es un designio que abraza este siglo. En 1917 lo anticipé en Fátima, casi como anuncio profètico, en el momento en que parecía evidente la gran lucha entre la, “Mujer vestida del Sol” y el “ Dragón rojo”, que habría de durar durante todo el siglo, como soberbio desafío a Dios por parte de mi Adversario, en la certeza de que lograría destruir la Iglesia, y llevaría a toda la humanidad a un universal rechazo de Dios. El Señor le a concedido este espacio de tiempo, para que cuando termine el plazo, la soberbia del Dragón Rojo sea humillada y vencida por la humildad, por la pequeñez y por el poder de vuestra Madre Celeste, la Mujer vestida del Sol, que ahora reúne a todos sus hijitos en su ejército, ordenado para la batalla. Ahora que llegáis a los años más dolorosos y sangrientos de esta terrible lucha, he intervenido personalmente para formarme mi ejército a través del Movimiento Sacerdotal Mariano, que es obra Mía. Por esto he elegido como instrumento un hijo entre los más débiles, humanamente el más desprovisto, y lo he llevado a todas las partes del mundo para demostrar a todos que lo que está sucediendo, se debe sólo a una personal y extraordinaria intervención Mía. Por consiguiente no temas, hijo, las dificultades que encuentras cuando te parece que algún instrumento elegido por Mí, engañado por Satanás, ya se niega a corresponder a mi designio. Ten confianza en Mí: Yo sola soy la Capitana de mi ejército; Yo sola soy la Madre y Reina de mi Movimiento. Utilizo los instrumentos que me responden; escojo a otros, cuando no me responden ya los que elegí. Yo misma llevo adelante cada día esta Obra para la gran batalla que estamos combatiendo (…).»