Mensaje del 5 de julio de 1984 en San Marino
Ejercicios Espirituales, en forma de Cenáculo,
con los Sacerdotes del M.S.M. de lengua italiana
Madre de Jesús Sacerdote.
«Hijos predilectos, cuánto ha complacido a mi Corazón este Cenáculo continuado de fraternidad y oración que hacéis Conmigo, vuestra Madre Celeste. Soy la Madre de Jesús Sacerdote. Mi Corazón Inmaculado fue siempre el altar sobre el que Jesús quiso ofrecer al Padre su ofrenda sacerdotal. Desde el inefable momento de la Encamación, cuando el Verbo del Padre se asentó en mi seno virginal y la Divinidad se anonadó, asumiendo en él el primer germen de la naturaleza humana, mi Corazón Inmaculado se convirtió en el Altar, sobre el que se realizó la primera acción sacerdotal de mi Hijo Jesús. Yo siempre le he acompañado en el perfecto cumplimiento de su perenne ofrenda de sacerdote y víctima. Desde el nacimiento en suma pobreza, a la infancia pasada en el destierro; desde la adolescencia transcurrida en humilde trabajo y dócil servicio, a la vida pública consumada brevemente entre tantos sufrimientos e incomprensiones, hasta el doloroso cumplimiento de su sangrienta agonía y muerte en la Cruz; toda la vida de Jesús fue una continuada acción sacerdotal, ofrecida con amor al Padre por nuestra salvación. En cada momento de esta ofrenda, Jesús quiso Consigo a su Madre para sufrir y para ofrecer. Por esto me he convertido en cooperadora con Él en su obra de redención, verdadera corredentora, y soy sobre todo Madre de Jesús como Sacerdote. Comprendéis, entonces, por qué siento una particular predilección por vosotros, hijos míos, a quienes ha sido confiado el gran don del Sacerdocio. Estoy junto a vosotros en cada momento de vuestra jomada, para que toda ella sea sacrificada y entregada al Padre en una perenne ofrenda sacerdotal. Estoy a vuestro lado en el momento de la oración, del trabajo, en las horas de la alegría y del sufrimiento, de la soledad y del abandono. Siempre estoy a vuestro lado cuando celebráis el Santo Sacrificio de la Misa, que renueva el que llevó a cabo Jesús sobre la Cruz. Con Jesús que, por medio de vosotros, realiza hoy su Sacrificio, Yo estoy siempre junto a cada Altar para ofrecer con vosotros al Padre Celeste, sobre mi Corazón Inmaculado, la Víctima preciosa de nuestra redención. Hoy es necesario poner más de relieve el valor de la Santa Misa como Sacrificio que renueva, de manera incruenta, pero verdadera, el Sacrificio realizado por Jesús sobre el Calvario. Son mis tiempos y estoy junto a vosotros, hijos, para acoger vuestra perenne acción sacerdotal. Por esto, dejaos formar por Mí con docilidad. En estos Ejércitos Espirituales, en forma de Cenáculos continuos, que deseo se difundan cada vez más, os preparo dulcemente para vuestra oblación. Como corderinos os he recogido en mi redil para prepararos a la inmolación que os espera. Ahora os miro con complacencia porque secundáis mi acción, que os dispone a ser ofrecidos al Señor, sobre al altar de mi Corazón Inmaculado, para la salvación del mundo.»