Mensaje del 28 de enero de 1984 en S. Marcos (Udine)
Fiesta de Santo Tomás de Aquino
Mi don para vosotros.
«(…) En vuestra vida, todo os viene dispuesto, en cada detalle, por la Providencia de Dios Padre y vuestra Madre Celeste: los momentos de sufrimiento, los de las pruebas espirituales y de dificultades interiores; los momentos de alegría y de consuelo; los momentos de particular fervor y de unión Conmigo. Todo es don de Dios para vosotros, que Jesús os otorga a través del Corazón Inmaculado de vuestra Madre Celeste. Por esto es también un don mío. Cuando mi Corazón, que está lleno de gracia y amor, se abre y derrama sobre vosotros mi materna predilección, que os alienta y consuela, ¿qué otra cosa puede ser este abrirse de mi materna ternura, de la plenitud de mi Corazón Inmaculado, sino un regalo que os hago? Misión de la Madre es preparar cada día este don para sus hijos. Para todos. Para los más alejados, es un don de misericordia y de perdón; para los pecadores, es un don doloroso de llamada para que entren por el camino del bien; para todos los que sufren es un don de compasión y de consuelo; para todos los moribundos, es un don de sostén, ayudándoles a cerrar bien su vida aquí abajo y a abrir de par en par la puerta de oro de la vida que les espera. Para vosotros, mis predilectos, es un don de particularísima predilección, que tiene su expresión en ordenar cada cosa y en disponer cada circunstancia de vuestra jomada, como un hermosísimo bordado, tejido con los dedos de vuestra Madre Celeste. El estar junto a vosotros, el recogeros en oración, el recitar con frecuencia mi oración del Santo Rosario, el amaros, así aun con vuestras debilidades y humanas miserias, todo es un don de mi Corazón Inmaculado. Caminad siempre unidos, tomados de la mano como tantos hermanitos, orando juntos, amando juntos, gozando y sufriendo juntos, porque ya desde ahora os he revelado mi designio, que debe realizarse en una perfecta unidad. Don de mi Corazón Inmaculado, ¡oh, sí!, don particularísimo, es también el libro que contiene mis mensajes. En mi libro está ya revelado lo que vosotros debéis conocer. Si lo sabéis leer, está todo mi designio en su preparación, en su dolorosa realización, en su luminoso y victorioso cumplimiento. Leedlo, hijos míos predilectos, meditadlo, vividlo. No tengáis dudas: Yo os hablo. A través de aquellas palabras estoy presente y me manifiesto. Comprenderéis solo mañana el valor de éste mi materno mensaje. Un don de mi Corazón Inmaculado es el designio que os he revelado. Cuando os hablo, uso vuestras palabras humanas, pero mientras vosotros habláis a través de la experiencia que tenéis de vuestra vida terrena, Yo os hablo a través de la Luz del Paraíso. En el Corazón de mi hijo Jesús, y en el profundo misterio de la Santísima Trinidad, se compone una única realidad que liga, en una verdadera comunión de vida, el presente, el pasado y el futuro; la Iglesia que triunfa y goza ya en el Cielo, la que sufre y se purifica en el Purgatorio y la que lucha aún peregrina sobre vuestra pobre Tierra. En la visión de esta divina comunión, que ya ahora nos une, os hablo siempre en la luz de la eternidad, de modo que para Mí no hay diferensia entre mis hijos que viven aquí en el Paraíso, entre los que todavía están en el Purgatorio, y los que todavía caminan en la tierra… Por esta razón, Yo veo cercanos a vosotros, a vuestros hermanos y mis predilectos, que han llegado ya aquí arriba miembros aún más preciosos de mi Movimiento, y que componen una armonía tan hermosa… Sentidlos junto a vosotros, a estos vuestros hermanos Sacerdotes, que han arribado ya Aquí arriba, porque forman siempre parte de mi Movimiento. Sentidlos miembros vivos, activos, militantes preciosos de mi ejército victorioso, que combate a mis órdenes. Don de mi Corazón Inmaculado para la Iglesia es mi Movimiento: él es sólo obra mía. Desde hace once años lo difundo en todas las partes del mundo: llamo a los hijos y ellos responden. Desde hace once años estoy realizando una obra maestra de amor y misericordia para el triunfo de mi Corazón Inmaculado. Todo lo que os he dicho se realizará a la letra: la Iglesia comprenderá cada vez mejor cómo el Movimiento Sacerdotal Mariano es un don de mi Corazón Inmaculado, porque también quiero con él darle la certeza de mi perenne presencia y de mi materna protección(…) Pero, sobre todo, don de mi Corazón Inmaculado será el Nuevo Pentecostés. Como en el Cenáculo de Jerusalén, los Apóstoles, reunidos en oración conmigo, prepararon el momento del primer Pentecostés, así en el cenáculo de mi Corazón Inmaculado (y por tanto en los cenáculos donde os reunís en oración), apóstoles de estos últimos tiempos, con vuestra Madre Celeste, podéis obtener una nueva efusión del Espíritu Santo. Será el Espíritu de Amor, con su potente acción de fuego y de gracia, quien renovará desde sus cimientos todo el mundo. Será Él, el Espíritu de Amor, con su gran fuerza de santidad y de luz, quien llevará a mi Iglesia a un nuevo esplendor, a volverla por tanto humilde y pobre, evangélica y casta, misericordiosa y santa. Será el Espíritu de Amor, a través del fuego de innumerables sufrimientos, quien renovará todo lo creado, para que retome aquel jardín de Dios, nuevo Paraíso terrenal, en el que Jesús estará siempre con vosotros, como un Sol de luz que irradiará por doquier sus rayos.»