Mensaje del 20 de septiembre de 1984 en Fátima (Portugal)
Ejercicios Espirituales, en forma de Cenáculo, con los Sacerdotes
del M.S.M. de lengua portuguesa y española
Sed mis apóstoles.
«¡Cuánto consuela a mi Corazón Inmaculado y Dolorido este Cenáculo continuo que, en estos días, estáis haciendo Conmigo, hijos predilectos de Portugal y España! Estad unidos en la oración. Así reforzáis mi obra materna de intercesión y reparación; impetráis del Padre y del Hijo el don del Espíritu Santo, que dulcemente transformará toda vuestra vida; ayudáis generosamente a muchos hermanos vuestros e hijos míos predilectos, que Satanás hoy particularmente insidia, hiere y engaña. Estad unidos en fraternidad. Creced cada vez más en el amor entre vosotros. Superad las asechanzas de mi Adversario que, sobre todo, en vuestros Países, pretende llevaros a la división, suscitando obstáculos a vuestra comprensión fraterna y a la mutua caridad, que Yo quiero la viváis de manera perfecta. Por esto os invito a todos a la pequeñez, a la humildad, a la docilidad, a la sencillez. Sed niños, que se dejan siempre llevar en mis brazos maternos, para que mi plan pueda realizarse a través de vosotros. Sed también valientes testigos de vuestra Madre Celeste. Quiero ser glorificada en vosotros. Por medio de vosotros deseo ser cada vez más honrada. Sois llamados a ser mis Apóstoles en estos vuestros tiempos tan difíciles. Sed mis Apóstoles, viviendo y difundiendo cuanto, en estos años, os he dicho. Yo misma llevo adelante mi Obra del Movimiento Sacerdotal Mariano, por medio de todo lo que os he comunicado a través del libro de mis mensajes, y del pequeño hijo que he escogido, como instrumento mío, para difundirla en todas las partes del mundo. Estad todos cada vez más unidos a este hijo mío; sólo así estáis seguros de caminar en la Luz que os doy. Debéis estar vigilantes porque, en vuestros Países, mi Adversario hace todo lo posible por romper vuestra unidad. Sed mis Apóstoles, difundiendo por doquier sólo la Luz de Cristo. Anunciad con valentía y sin miedo la Verdad del Evangelio, que el Papa y el Magisterio de la Iglesia propone aún a todos para creer. Y luego dad ejemplo de una vida en todo conforme al Evangelio. Quiero conduciros a un alto grado de santidad para rechazar el ataque de mi Adversario que —especialmente en vuestros Países— intenta oscurecer a la Iglesia con el secularismo, que ha penetrado profundamente en la vida de muchos hijos consagrados y en muchas casas religiosas. Sed mis Apóstoles, difundiendo mi Luz y conduciendo a todos al seguro refugio de mi Corazón Inmaculado. Qué grande es el trabajo, que la Masonería y el Comunismo realizan en secreto para destruir mi Iglesia que, en vuestros Países, ha sido siempre esplendorosa y lozana. Responded a estos tenebrosos ataques difundiendo por doquier mi Luz. Asegurad a todos que Yo os he preparado para los sangrientos días que os esperan, el seguro refugio de mi Corazón Inmaculado. Combatid con la oración y la penitencia; que el Santo Rosario sea el arma de vuestra victoria. Soy la Reina del Santo Rosario. Soy la Madre de la Fe. Soy la Reina de la Paz. Desde este lugar, donde me aparecí como la “Mujer vestida del Sol”, os bendigo a todos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.»