Mensaje del 19 de marzo de 1984
Solemnidad de S. José
Mirad a mi esposo José.
«Hijos míos predilectos, mirad hoy a mi castísimo esposo José, que es ejemplo para todos en secundar con amor, con pureza, con fe y con perseverancia el Designio de Dios. En la vida fue para Mí esposo casto y fiel, precioso colaborador en la custodia amorosa del Niño Jesús, silencioso y diligente 503trabajador, atento a que no nos faltasen nunca los medios necesarios para nuestra humana existencia, justo y fuerte en el cumplimiento cotidiano de la misión que le confió el Padre Celeste. ;Cuánto amaba y seguía cada día el admirable crecimiento de nuestro divino Hijo Jesús! Y Jesús le correspondía con un afecto filial y profundo: ¡cómo le escuchaba y le obedecía, cómo le confortaba y ayudaba! También en vosotros, hijos predilectos, quiero que florezcan aquellas virtudes, que tanto le perfeccionaron en el cumplimiento de su designio providencial. Estén en vosotros su silencio y escondimiento, necesarios en estos tiempos, para que podáis cumplir el designio que os he confiado. Vivid alejados del ruido y del bullicio, de los gritos y del alboroto, del que cada vez estáis más rodeados. Mantened vuestra quietud interior en un silencioso coloquio con Jesús y con vuestra Madre Celeste. No participéis nunca en espectáculos profanos, y cerrad los ojos a las fáciles seducciones del mundo. Sabed sustraeros a la sutil táctica de perversión moral, hoy difundida, de manera tan peligrosa y solapada, por la prensa y la televisión. No malgastéis el tiempo delante del televisor, robando así preciosos momentos a la oración y a la escucha de mi palabra. Esté también en vosotros su pureza virginal, en un desapego, que Yo quiero mayor, de vosotros mismos, de las criaturas y de las cosas humanas para ser interiormente libres y capaces de amar y de cumplir con fiel perseverancia todo lo que el Señor os pide. Imitad a mi amadísimo esposo José en su oración humilde y confiada, en el fatigoso trabajo, en la paciencia y en su gran bondad. Confiad mi Movimiento y a vosotros mismos a su poderosa protección. Como supo defender la vida amenazada del Niño Jesus, así ahora defenderá mi Obra de amor en el momento en que mi Adversario la ataque y combata con toda su furia. Con Él y con nuestro divino Niño Jesús a todos os alentamos y os bendecimos.»