3 de abril de 1983
Pascua de Resurrección
Nada turbe vuestra Paz.
«¡Jesús ha resucitado, aleluya! La alegría que experimentó mi corazón cuando Jesús entró en el pequeño aposento en el que me hallaba, y cuando se inclinó, en el esplendor divino de su Cuerpo glorioso, para besar el rostro de su Madre, mientras Yo, adorándole profundamente, esparcía lágrimas de alegría en las marcas de sus llagas luminosas, hoy te lo comunico a ti y a todos tus hermanos Sacerdotes, mis hijos predilectos: “¡La Paz sea contigo, la paz a vosotros!”, os repito con mi Hijo resucitado. Nada turbe vuestra paz: —ni el mundo en que vivís, rebelde a Dios, pervertido y en manos del maligno: Jesús ha vencido ya al mundo —ni la Iglesia oscurecida y dividida, donde entra la idolatría y la apostasía: Jesús ama a su Esposa con amor divino, y más que nunca está a su lado en estos momentos de su purificación —ni los acontecimientos perturbadores que se suceden, ni las persecuciones y luchas fratricidas, ni el fuego, ni el rojo flagelo que ya se está precipitando sobre el mundo. Jesús resucitado está vivo entre vosotros. El guía los avatares del mundo y de la historia según el designio de su Amor misericordioso, para la salvación de todos sus hermanos redimidos. Por esto en Jesús, vida y resurrección, paz a vosotros, en la alegría pura y sobrenatural. Paz a todos en el gozo pascual de Cristo. Al Papa y a todos mi bendición en el nombre del Padre glorificado, del Hijo resucitado, del Espíritu Santo que os es dado como don.»