Mensaje del 22 de mayo de 1983
Fiesta de Pentecostés
Cielos nuevos y nueva tierra.
«Todo está a punto de cumplirse, hijos predilectos, a quienes desde hace tanto tiempo he llamado a entrar en mi Refugio, para secundar mi plan de salvación y misericordia. Por esto os recojo en el Cenáculo de mi Corazón Inmaculado, para formaros Conmigo en la vida de oración, en el mutuo amor, en la entrega, en la santidad. En este nuevo Cenáculo, invoquemos juntos el don del Espíritu Santo que del Padre y el Hijo, a través de mi intercesión materna, quiere hoy derramarse otra vez con plenitud sobre la Iglesia que sufre y sobre la humanidad envuelta en tinieblas. Bajo el influjo de Su potente obra de Amor, el desierto de este mundo podrá renovarse enteramente por una inmensa rociada de gracias y transformarse así en aquel jardín de vida y belleza, en el que Dios pueda otra vez reflejarse complacido. Danos, oh Espíritu Santo de Amor, cielos nuevos y nueva tierra, donde la Santísima Trinidad sea amada y glorificada; donde los hombres puedan vivir juntos como en una sola y gran familia; donde sean curadas totalmente las llagas del egoísmo y del odio, de la impureza y de la injusticia. Danos, oh Espíritu Santo de Amor, una Iglesia renovada por la fuerza irresistible de tu divina acción, que enderece lo que está torcido, doblegue lo que está rígido, sane lo que está enfermo, riegue lo que está árido y abra lo que está cerrado. Danos, oh Espíritu Santo de Amor, una Iglesia fiel al Evangelio, anunciadora de la verdad y resplandeciente de gran santidad. Danos, oh Espíritu Santo de Amor, una Iglesia humilde, evangélica, pobre, casta y misericordiosa. Quema con tu fuego divino todo lo que en Ella hay de imperfecto; despójala de tantos medios humanos de poder; libérala del compromiso con el mundo en que vive y que Ella debe salvar; haz que de su purificación salga completamente renovada, cada vez más bella, sin mancha ni arruga, a imitación de María, su Madre Inmaculada y tu Esposa amadísima. Solamente con el triunfo de mi Corazón Inmaculado, la misión que he confiado a mi Movimiento Sacerdotal, será plenamente realizada.»