Mensaje del 11 de junio de 1983
Fiesta del Inmaculado Corazón de María
La Puerta del Cielo.
«Mi Corazón Inmaculado es la Puerta del Cielo, a través de la cual pasa el Espíritu de Amor del Padre y del Hijo para llegar a vosotros y renovar a todo el mundo. Por esto os invito hoy a entrar aún más adentro, en lo profundo de este mi Celeste jardín; seréis así revestidos de la luz de la Santísima Trinidad. En mi Corazón Inmaculado, el Padre os mira complacido, viéndoos formados por Mí para glorificarle de manera más perfecta. Mi misión materna es la de ayudar a cada uno de vosotros a realizar con plenitud el designio del Padre, que os ha creado para haceros partícipes de su ser, de su amor y de su gloria. Os ayudo por esto a abriros al sol del amor de Dios, que os hace crecer en lo bello, lo bueno y lo verdadero. La gloria de Dios se manifiesta, en toda su divina armonía, a través de las ordenadas notas de vuestra existencia. ¡Cuántas arcanas melodías vibran motivadas por la oración, el sufrimiento, el silencio, por todas aquellas virtudes que deben componer el poema de vuestra existencia! En la vida os abrís al canto de la gloria del Padre, que quiere reflejarse complacido en vosotros, mientras por el misterio de su Paternidad os engendra a una nueva plenitud de vida y de alegría. En mi Corazón Inmaculadoy el Hijo os asimila para haceros más conformes a su imagen y para asociaros a su misma vida. En este mi Celeste jardín se realiza el prodigio de vuestra transformación. Ante todo, esto ha acontecido ya en Mí, porque encontrándome como purísima y dócilísima arcilla, Jesús me ha moldeado a su imagen, de tan perfecta manera, que ninguna otra criatura puede reproducir su imagen como lo ha hecho vuestra Madre Celestial. De ahí el porqué, de Madre, he llegado a ser hija de mi Hijo; y de este modo es como me he convertido en su primera y más perfecta discípula; y es por esta razón que, mientras os llevo a Jesús, me puedo presentar también a vosotros como modelo a imitar, si queréis lograr revivirlo en vuestra existencia. Os formo a su semejanza en la mente y os obtengo el Espíritu de Sabiduría, que os conduce a buscar y a acoger, a meditar y a custodiar su divina Palabra. Así podréis vivir el Evangelio con la simplicidad de los pequeños, con la fidelidad de los mártires y con el heroísmo de los Santos. Os formo en el corazón y os llevo a la plenitud del amor a Dios, para que podáis amar, con su misma caridad divina, a todos vuestros hermanos. Por esto os hago cada vez más puros y sensibles, comprensivos y misericordiosos, mansos y compasivos, humildes y fuertes. Y cada día Jesús entra por la Puerta de este mi Celeste jardín, para experimentar la gran alegría de verse imitado y revivido por todos vosotros, hijos míos y sus hermanos pequeños. En mi Corazón Inmaculado, el Espíritu Santo se os comunica de manera cada vez mayor, para efectuar en vuestras almas aquella unión de vida y amor, que ha realizado ya con vuestra Madre Celeste. Y al veros en mis brazos maternos, Él espira sobre vosotros, con fuerza de amor, para haceros centellas de fuego, llamas de gracia, estrellas de santidad y de celo para renovar el firmamento de la Iglesia. Se os comunica con sus siete santos Dones y os hace instrumentos idóneos para que el mundo retorne al Dios de la misericordia y de la salvación, preparando el Reino en el que Jesús dominará con su divino poder, y el Padre será perennemente glorificado por toda la creación. Entrad, pues, a través de la Puerta Celeste de mi Corazón Inmaculado, si queréis participar en el divino prodigio del nuevo Pentescostés para la Iglesia, y de la completa renovación del mundo.»