Mensaje del 11 de febrero de 1983
Fiesta de la Virgen de Lourdes
Amaos mutuamente.
«’’¡Venid en procesión!”, le dije a la sencilla muchacha Bernardita, cuando me aparecí en la pobre gruta de Massabielle. ¿Por qué hice esta petición?. Porque quiero que todos mis hijos caminen juntos, unidos en la oración y en el amor. Hoy, mi Adversario, intenta por todos los medios dividiros, aislaros, enfrentaros los unos contra los otros. Él, que desde el principio es el padre de la mentira y el sembrador del odio, redobla sus esfuerzos para romper vuestra unidad fraternal. Así sucede con frecuencia que —aún bajo engañosas apariencias de bien— , unos se enfrentan a otros, un grupo lucha contra otro, en una búsqueda continua de afirmación que vuelve infecundos tantos esfuerzos por el bien. Quiero que caminéis juntos hacia Mí, porque soy la Madre de todos, y por esto quiero formaros unidos en la oración, en la penitencia, en vuestro recíproco amor. Nunca como en estos tiempos es tan necesario vivir el mandamiento nuevo dado por Jesús la tarde del Jueves Santo en su última Cena: “Amaos los unos a los otros como Yo os he amado”. Os quiero formar en el mutuo y recíproco amor. Es necesario dar este testimonio de caridad eclesial, que a todos os una en la perfección del amor, para contraatacar la táctica de división y aislamiento utilizada por mi Adversario. Venid todos a Mí, recorriendo la difícil senda de vuestro tiempo, orando juntos, alabando juntos y amándoos mutuamente. Venid, pues, a Mí, no aislados y divididos, sino en procesión, robusteciendo al débil, dando la mano al que se detiene. Venid a Mí porque deseo conduciros, todos unidos, a mi Hijo presente en la Eucaristía. Jesús está presente en el Sacramento Eucarístico para ayudaros a construir esta vuestra unidad, para daros ejemplo de cómo se debe amar con perfecta donación a todos los hermanos. Venid pues, juntos, a Mí, para que os pueda conducir a Jesús en el Sacramento Eucarístico, que os espera en su silenciosa inmolación, realmente presente entre vosotros en todos los Tabernáculos de la tierra. Entonces podréis cumplir todo cuanto os estoy pidiendo para la realización de mi materno designio de salvación.»