Mensaje del 1 de noviembre de 1983
Fiesta de todos los Santos
Capitana de un único Ejército.
«Hijos predilectos, un precioso auxilio para desarrollar la misión que os he confiado, os lo proporcionan vuestros hermanos, que ya han llegado aquí arriba al Paraíso y que al presente participan de la felicidad sin fin. Hoy es la fiesta de todos los Santos: debéis dirigir vuestra mirada a ellos con alegría, con confianza, con gran esperanza. ¡Cuántos de estos hermanos vuestros vivieron vuestras mismas dificultades; soportaron los mismos sufrimientos; convivieron vuestros dolores; respondieron a mi materna invitación, y se consagraron a mi Corazón Inmaculado! Forman aquí arriba una gran corona de Luz, que se abre para cantar, unidos a vuestra Madre, la perenne alabanza a la Santísima Trinidad. Los que sobre la Tierra vivieron como hijos míos me escucharon con docilidad, me siguieron por el camino, que Yo misma les tracé, componen ahora, en tomo a mi Corazón Inmaculado, una luminosísima corona de amor, de alegría y de gloria. ¡A cuántos de estos hijos míos conocisteis en estos años! Ahora están más que nunca a vuestro lado, combatiendo la misma batalla a las órdenes de la Celeste Capitana. Mi Corazón de Madre os une hoy, en una extraordinaria comunión de vida, con todos vuestros hermanos del Paraíso y con los que tienen ya la certeza de estar salvados, pero que sufren aún el momento de su personal purificación en el Purgatorio. Es la inmensa parte invisible, pero la más preciosa de mi ejército, porque mis hijos santos están ya al presente revestidos de la potencia de Dios y de mi misma fuerza, mientras las almas, que se encuentran en el Purgatorio, pueden donarme el tributo de su sufrimiento. Por esto jamás debéis sentiros solos. Haced más fuertes los lazos que os unen con los Santos del Cielo y con los que aún se purifican en el Purgatorio; están muy cerca de vosotros, ven todas vuestras dificultades; conocen las terribles asechanzas que os tiende mi Adversario, y os ayudan siempre de manera eficaz. ¡ Mirad hoy a todos los que ya os han precedido en la vida terrena con el signo de la fe, y ahora os aguardan con amor y alegría! Soy la Madre y Reina de todos los Santos. Soy la Capitana de un único ejército. Soy la Madre de toda la Iglesia: de la militante, de la purgante y de la triunfante, y mi Corazón Inmaculado exulta de alegría cuando os contempla unidos así con el vínculo fraterno de una comunión de amor y vida. Desde el Paraíso, junto a vuestros hermanos e hijos míos predilectos, que ya han llegado aquí, con todas las almas que aún ruegan y sufren en el Purgatorio, hoy os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.»