Mensaje del 30 junio de 1982 en Valdragone (S. Marino)
Cenáculo de Responsables del M.S.M.
El secreto de mi Corazón Inmaculado
«Hijos predilectos, una vez más os he traído sobre este monte para una semana de Cenáculo continuado Conmigo, vuestra Ceeste Capitana. Quiero revelaros el secreto de mi Corazón Inmaculado para haceros partícipes del misterio de mi amor y dolor maternal. Nunca como en los tiempos actuales mi Corazón tiembla de purísimo amor hacia aquellos que Jesús me ha confiado, cuando me hallaba bajo la Cruz sobre la que estaba a punto de morir. La Iglesia tiene necesidad hoy de sentirse amada por Mí. La humanidad tiene hoy necesidad de sentirse amada por Mí. Mis pobres hijos, pecadores y descarriados, tienen hoy necesidad de sentirse amados por Mí. Quiero amar a través de vosotros. Quiero ayudar a la humanidad, a la Iglesia y a todos mis hijos a través de vosotros, llamados a penetrar en el misterio de mi Corazón Inmaculado. Por esto obro una unión cada vez más profunda entre mi Corazón de Madre y vuestro corazón, hijos míos Sacerdotes. El rayo luminoso que parte de mi Corazón se difundirá por todo el mundo. Será como una potente áncora, a la que todos se podrán asir con confianza, para poderse salvar en el momento de la prueba decisiva. Quiero sufrir a través de vosotros. Dilataré vuestro corazón para que podáis comprender el misterio de mi dolor maternal. Ved si existe hoy un dolor mayor que el mío: mi Hijo Jesús es ultrajado, vilipendiado; más aún: es desamparado y traicionado por los suyos… los sacrilegios, que se difunden cada vez más, forman una nueva corona de espinas, que circunda los tabernáculos esparcidos por toda la Tierra. La Iglesia, su Cuerpo Místico, sigue todavía lacerada por la división y amenazada por el error. Los hijos fieles tendrán que sufrir mucho y soportar insultos y ultrajes por parte de los que no me escuchan. La humanidad, rebelde al Señor, corre inexorablemente por el camino del rechazo a Dios, lo que la lleva a caer en el abismo de la muerte y la desolación. ¿Cuántos son los que se pierden a diario envueltos en esta general y peligrosa confusión? ¡Participad en mi dolor de Madre! No Juzguéis a ninguno; a ninguno condenéis. Orad, amad, llevad la Cruz de este gran sufrimiento Conmigo para la salvación de todos. Soy vuestra Celeste Capitana. Soy la Mujer vestida del Sol. Os he reunido una vez más en este Cenáculo, extraordinario de gracias, para obteneros del Padre, por medio de Jesús, la plenitud del Espíritu Santo. Él completará en vosotros la Obra comenzada por Mí. Él formará vuestros corazones en la perfección del amor. Él os hará comprender todo. Él os fortalecerá y os dará ánimos para el supremo testimonio para el que, como Madre, os he formado. Han llegado ya los tiempos de la gran prueba. Descended de este monte y difundid por todo el mundo la Luz del amor misericordioso de Jesús, que hoy se derrama por toda la humanidad a través de las vías del amor y del dolor de mi Corazón Inmaculado en el que a todos, y para siempre, os he encerrado. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.»