Mensaje del 30 de mayo de 1982 en Blumenfeld (Alemania)
Fiesta de Pentecostés
La hora del Espíritu Santo
«En el Cenáculo de mi Corazón Inmaculado preparaos a recibir el fuego de amor del Espíritu Santo, que llevará a mi Iglesia a vivir el gozoso momento de su Pentecostés y renovará toda la faz de la Tierra. Ésta es Su hora. Es la hora del Espíritu Santo, que el Padre, por medio de Jesús, os da como don en señal del amor misericordioso de Dios, que quiere salvar a toda la humanidad. Pronto se completará por el fuego del Espíritu de amor la obra de la gran purificación. La Iglesia espera gimiendo su misericordiosa obra de santificación. A través de interiores sufrimientos, por medio de pruebas que renovarán en Ella, las sangrientas horas de la Pasión vividas por mi Hijo Jesús, la Iglesia. será*€onducida a su divino esplendor. Seráeuradadela 1 lag&del error, cp¿e se difun^.coaiG.un’eéüeer G&£u*¡o-y amenaza kbVendaé.- Será sanada de la lepra del pecado, que oscurece su santidad. Será purificada de todos aquellos elementos humanos, que la alejan del espíritu del Evangelio. Será expoliada de sus bienes terrenos y purificada de tantos medios de poder, para que se tome pobre, humilde, simple y casta. También será crucificada en sus pastores y en su grey para que rinda perfecto testimonio al Evangelio de Jesús. Todo el mundo será también renovado con la fuerza del Fuego y de la Sangre. La humanidad volverá a la glorificación del Padre, por medio de Jesús, que finalmente habrá instaurado entre vosotros su Reino. Esta es, pues, la hora del Espíritu Santo. El vendrá a vosotros en toda su plenitud, por medio del triunfo del Corazón Inmaculado de María, su Esposa amadísima.»