Mensaje del 25 de marzo de 1982
Fiesta de la Anunciación
Sí, al Evangelio de Jesús
«Hijos predilectos, os quiero junto a Mí, en el inefable momento de mi existencia, cuando el Arcángel Gabriel vino a anunciarme que Yo era la elegida para convertirme en la Madre del Verbo, del Hijo de Dios, del Mesías, tanto tiempo esperado. Lo que vosotros conocéis es nada comparado con lo que en aquel momento vivió vuestra Madre Celeste. Cuanto se narra en el Evangelio de Lucas forma parte de un episodio que sucedió verdaderamente; es historia verdadera; no una leyenda, un género literario. El Arcángel Gabriel vino realmente a Mí, y su luz, más resplandeciente que el sol, llenaba toda mi pobre casita de Nazaret: mis ojos lo vieron; mis oídos oyeron su suave voz; hubo un coloquio real entre ambos. A mis preguntas, sus respuestas; a mis interiores temores, sus serenas y reconfortantes explicaciones. Su preciosa ayuda fue también la que hizo que mi mente se abriera a la comprensión del designio del Padre, y que mi Corazón, se abriera para acoger al Verbo de Dios,y que mi vida se uniera de manera perfecta al Espíritu Santo, de quien me convertí en Esposa amadísima. Y fue el Arcángel quien recibió mi “sí” y lo llevo al celeste altar para la perfecta glorificación de la Santísima Trinidad y para sumo gozo de todas las jerarquías angélicas, de las que en aquel mismo instante me convertí en Reina y Señora. Hijos predilectos, decid hoy vuestro “sí” al querer del Padre; vuestro “sí” al Evangelio del Hijo; vuestro “sí” al amor del Espíritu Santo. En estos tiempos, el querer del Padre no se cumple, y la acción del Espíritu Santo es impedida al no aceptar el Evangelio de Jesús. Con frecuencia se ofrece de él una interpretación sólo humana, que tiende a excluir cualquier intervención sobrenatural. ¡Cuántos episodios se explican como leyendas o géneros literarios! Nunca como hoy, se da una interpretación del gran misterio de Dios tan mezquina y banal. Como consecuencia de esto, la fe de muchos se ha apagado y cada vez se difunden más en la Iglesia errores muy graves. Permaneceréis en la verdadera fe, sólo si dais vuestro perfecto asentimiento a todo cuanto se dice en el Evangelio de Jesús. Anunciadlo a la letra; vividlo a la letra. Sed Evangelios vivientes y entonces se cumplirá el designio del Padre y el fuego de amor del Espíritu Santo purificará este mundo. Vuestro “sí” de hijos obedientes, depositadlo en el “sí” que la Madre Celeste repite perennemente a su Dios. Entonces comprenderéis los misterios del Reino de Dios que están ocultos a los grandes y a los soberbios, pero que se revelan a los pequeños y humildes.»