Mensaje del 31 de diciembre de 1981
Última noche del año
Voz suave y triste
«Pasad Conmigo las últimas horas del año, que está para terminar, en oración y en profundo silencio. Entonces escucharéis, en vuestro corazón, la suave y triste voz de mi materno lamento. Y veréis deslizarse copiosas lágrimas de mis ojos misericordiosos. Y advertiréis que los latidos de mi Corazón Inmaculado se hacen más doloridos y preocupados. Porque en mi Corazón de Madre sentiréis latir el corazón de toda la Iglesia, jamás tan violada por su Adversario y traicionada por tantos de sus hijos; de vuestra patria, jamás tan amenazada en su vida y en su libertad; de toda la pobre humanidad, que ha llegado ya a vivir los dolorosos momentos de su terrible prueba. Estáis en el umbral de acontecimientos graves y dolorosos. En mi Corazón se refleja ahora la preocupación, el ansia y vuestro extravío. Mirad, en esta noche, a vuestra Madre Inmaculada. En mi Corazón materno, vuestras oraciones y sufrimientos, a cada instante, son ofrecidos por Mí a la Justicia de Dios en señal de reparación y de imploración por todos. Así, se prepara para vosotros, por la Misericordia del Padre, cada nuevo día y cada nuevo año. Que el nuevo año, que está a punto de nacer, abra, sobre este mundo extraviado, el camino de vuestro retorno al Dios de la salvación. Está a punto de abrirse para el mundo la gran hora de la justicia y de la misericordia. Por esto os invito, hijos predilectos, a pasar de rodillas, orando y reparando, las horas tan preciosas de esta última noche del año.»