Mensaje del 29 de septiembre de 1981 en Montevideo (Uruguay)
Fiesta de San Miguel, Gabriel y Rafael
Reina de los ángeles
«En la lucha a la que os llamo, hijos predilectos, os asisten y defienden particularmente los Ángeles de Luz. Soy la Reina de los Ángeles. A mis órdenes están reuniendo de todas partes del mundo, a todos los que llamo a enrolarse en mi gran ejército victorioso. En la lucha entre la Mujer vestida del Sol y el Dragón rojo, los Ángeles tienen la parte más importante a desarrollar. Por esto os debéis dejar guiar dócilmente por ellos. Los Ángeles, Arcángeles y todas las jerarquías celestes están unidas con vosotros en el terrible combate contra el Dragón y sus secuaces. Os defienden de las asechanzas de Satanás y de los innumerables Demonios, que están ahora desencadenados con furia rabiosa y demoledora en todo el mundo. Ésta es la hora de Satanás y del poder de los Espíritus de las tinieblas. Es su hora que corresponde al momento de su aparente acción victoriosa. Es su hora, pero el tiempo de que disponen es breve y los días de su triunfo están contados. Por esto os tienden asechanzas peligrosas y terribles, y no podéis huir de ellas sin un especial auxilio de vuestros Ángeles Custodios. ¡Cuántas veces al cabo del día éstos habrán intervenido para sustraeros a las engañosas maniobras que os tiende, con astucia, mi Adversario! Por esto os invito a confiaros cada vez más a los Ángeles del Señor. Tened con ellos una afectuosa intimidad porque están más cerca de vosotros que los amigos y personas más queridas. Caminad a la luz de su invisible pero segura y preciosa presencia. Ellos ruegan por vosotros, caminan a vuestro lado, os sostienen en la fatiga, os consuelan en el dolor, velan vuestro reposo, os toman de la mano y dulcemente os ponen en el camino que os he trazado. Orad a vuestros Ángeles Custodios y vivid con confianza y con serenidad las dolorosas horas de la purificación. En estos momentos, en realidad, el Cielo y la Tierra se unen en una extraordinaria comunión de oración, de amor y de acción a las órdenes de vuestra Celeste Capitana.»