Mensaje del 12 de noviembre de 1981 en Puebla
Cenáculo de seis días con los responsables del M.S.M. de México
La gran prueba
«Estáis reunidos aquí para una semana de Cenáculo continuo, y mis hijos predilectos han venido de las partes más lejanas de México, esta tierra que me ama tanto y a la que protejo con paricular solicitud y defiendo de los muchos males que hoy la amenazan. Soy vuestra Madre, dulce y misericordiosa. Hace muchos años que imprimí mi Imagen en la tilma de mi pequeño hijo Juan Diego a quien me aparecí; hoy quiero imprimir mi Imagen en el corazón y en la vida de cada uno de vosotros. Estáis así marcados con mi sello de amor, que os distingue de los que se han dejado seducir por la Bestia y llevan impreso su número blasfemo. El Dragón y la Bestia no pueden nada contra los que han sido marcados con mi sello. La estrella del Abismo perseguirá a todos los que han sido asignados con mi sello, pero nada podrá dañar el alma sobre la que Yo misma he impreso mi Imagen. La Justicia divina se aplacará con la sangre que muchos de ellos tendrán que derramar, y que apresurará el tiempo de mi victoria (…). Con vuestra oración, vuestro sufrimiento y vuestra personal inmolación realizaré mi designio. Apresuraré el momento del triunfo de mi Corazón Inmaculado en el Reino de Jesús, que llegará a vosotros en gloria. Así comenzará una nueva era de paz y veréis finalmente cielos nuevos y una nueva tierra (…). Tengo sobre vosotros un gran designio,respondedme todos con generosidad. En este Cenáculo extraordinario, he obtenido del Padre para vosotros, por medio de Jesús, el don del Espíritu Santo. Os transformará en los “Apóstoles de estos últimos tiempos” (…). Dadme vuestra oración, vuestro sufrimiento, vuestra confianza. No temáis si mi Adversario os ataca con terribles insidias para llevaros al desaliento. Sois mis hijos más pequeños, mis hijos predilectos, mis apóstoles. Vuestra luz aumentará de día en día y seréis guía y salvación en los momentos de la gran tribulación. Orad, hijos amadísimos, porque para vuestra Patria, como para todo el mundo, ha llegado la gran prueba.»