Mensaje del 1 de enero de 1981
Fiesta de la Maternidad divina de María Santísima
La única posibilidad de salvación
«Comenzad el nuevo año en la luz de mi divina Maternidad. Soy el camino por el que os vendrá la paz. La incapacidad de construir la paz para los hombres de hoy, depende de su obstinada negación de Dios. No habrá paz mientras la humanidad persista en seguir por el camino del rechazo de Dios y de la rebelión a su ley. Al contrario, aumentarán el egoísmo y la violencia, y se sucederán guerras cada vez más crueles y sangrientas. Se podrá llegar a la posibilidad de una tercera guerra mundial, muchas veces prevista, que tendrá la terrible capacidad de destruir una gran parte de la humanidad, si los hombres no se propnen, con toda seriedad, volver a Dios. El Señor está pronto a derramar, sobre vuestra descarriada y tan amenazada generación, el río de su misericordia, con la sola condición de que esta generación vuelva arrepentida a los brazos de su Padre Celeste. Yo misma he cantado su divina Misericordia, que se extiende de generación en generación sobre todos los hombres que temen* al Señor, y vuestra única posibilidad de salvación está en este retomo al amor y el temor de Dios. En el primer día del nuevo año, en el que veneráis el gozoso misterio de mi divina Maternidad, vuelvo a vosotros, mis pobres hijos, mis ojos misericordiosos. Con el alma entristecida y con voz angustiada, os suplico que volváis a Dios, que os espera con aquel amor con el que el padre esperaba, cada día, el retomo del hijo pródigo (…). Os invito a una amorosa cruzada de oración reparadora y a obras de penitencia. Unidos a Mí, implorad de Dios la gracia del retomo de tantos hijos míos alejados. Multiplicad por doquier los Cenáculos de oración para forzar a la Misericordia de Dios a descender, como rocío, sobre el inmenso erial de este mundo. Y preparaos a ver lo que ojos humanos no han visto jamás. Yo soy el camino de la Paz. Dios llama a toda la humanidad a retomar a El a través de Mí, porque sólo con este completo retorno puede triunfar mi Corazón de Madre (…).»