Mensaje del 19 de octubre de 1980 en Sidney (Australia)
Las maravillas de amor y de luz
«Te he traído también a este nuevo continente para encontrarte con tantos hijos míos, algunos de los cuales han venido a propósito desde Nueva Zelanda y de las más lejanas islas. Ves difundido por doquier mi Movimiento (…). Esta luz envuelve ya a todas las partes del mundo: no existe lugar adonde no haya sido llevada la dulce invitación de la Madre. Me he servido de ti, el más pobre y pequeño de mis hijos, para hacerte mensajero de paz, misericordia y de salvación. Ya ha llegado mi tiempo. Han llegado las dolorosas horas predichas por Mí. Se manifestará el más grande prodigio de la Mujer vestida del Sol, que ha decidido apresurar los tiempos de su victoriosa intervención. Ves, por esto, que mi triunfo ha comenzado ya por doquier. Mi Corazón de Madre triunfa en el corazón de los hijos, que en todas partes, me responden con un sí. Son los más pequeños, los humildes, los pobres, los ignorados. El triunfo de mi Corazón Inmaculado se prepara cada día en el corazón de mis hijos, que han acogido mi invitación y se ofrecen al amor y a la gloria perfecta de Jesús. Por medio de ellos pronto vendrá el Reino glorioso de Cristo en toda su plenitud de fuerza, de luz y de victoria.»