Mensaje del 16 de julio de 1980
Fiesta de la Virgen del Carmen
Medianera de las gracias
«Hijos predilectos, Yo soy la Medianera de las gracias. La Gracia es la misma vida de Dios que se comunica a vosotros. Ella nace del seno del Padre y os es merecida por el Verbo, que se hizo hombre en mi seno virginal para haceros partícipes de la misma vida divina y por eso se ofreció Él mismo como rescate por vosotros, convirtiéndose así en el único mediador entre Dios y la humanidad entera. La Gracia que desciende del seno del Padre, para llegar a vosotros, debe pasar a través del Corazón divino del Hijo, que os la comunica en su Espíritu de amor. * Como un rayo de luz, al atravesar un ventanal, toma de él forma, color y diseño, así la gracia divina, merecida por Jesús, sólo puede llegar a vosotros a través de Él, y por esta razón reproduce en vosotros su mismo diseño, su misma imagen y os configura cada vez más a su misma Persona. La vida divina sólo puede llegar a vosotros bajo la forma de Jesús, y cuanto más crezca ella en vosotros tanto más os asimila a Él, de manera que podéis crecer verdaderamente como pequeños hermanos suyos. A través de la gracia, el Padre se comunica más y más a vosotros, el Hijo os asimila, el Espíritu Santo os transforma, estableciendo una relación de vida con la Santísima Trinidad, que se hace cada día más fuerte y operante. Es la misma Santísima Trinidad la que establece su morada en las almas en gracia. Esta vida de gracia tiene también una relación con vuestra Madre Celestial. Siendo verdadera Madre de Jesús y vuestra, mi mediación se ejerce entre vosotros y mi Hijo Jesús. Es la natural consecuencia de mi divina maternidad. Como Madre de Jesús fui el medio escogido por Dios para que mi Hijo pudiese llegar a vosotros. En mi seno virginal se realizó mi primera obra de mediación. Como Madre vuestra he sido el medio elegido por Jesús para que a través de Mí todos vosotros podáis llegar a Él. Soy verdadera medianera de gracias entre vosotros y mi Hijo Jesús. Mi misión es la de distribuir a mis pequeños hijos esa gracia que brota del seno del Padre, os la merece el Hijo y os la otorga el Espíritu Santo. Mi misión es distribuirla a todos mis hijos, según las necesidades particulares de cada uno, que la Madre conoce muy bien. Yo cumplo siempre esta función mía. Pero sólo puedo ejercerla plenamente en aquellos hijos que se confían a Mí con perfecto abandono. Puedo ejercerla sobre todo en vosotros, hijos predilectos, que con vuestra consagración os habéis confiado plenamente a Mí. Yo soy el camino que os conduce a Jesús. Soy el camino más seguro, más breve, el camino necesario para cada uno de vosotros. Si rehusáis ir por este camino, corréis el peligro de perderos en el trayecto. Hoy muchos han querido darme de lado, considerándome casi como un obstáculo para llegar a Jesús, porque no han comprendido mi función de medianera entre vosotros y mi Hijo. Así, nunca como en estos tiempos, muchos hijos míos corren el riesgo de no poder llegar a El. Con frecuencia el Jesús que encuentran es sólo el resultado de sus humanas investigaciones, y responde únicamente a sus aspiraciones y deseos; es un Jesús hecho a su medida; no es Jesús, el Cristo, el Verdadero Hijo de Dios y de vuestra Madre Inmaculada. Entregaos a Mí con confianza y permaneceréis fieles, porque así podré realizar plenamente mi obra de Medianera de gracias. Os llevaré cada día por el camino de mi Hijo, de modo que El pueda crecer en vosotros hasta su plenitud. Esta es mi gran Obra, que aún realizo en el silencio y en el desierto. Bajo mi poderosa acción de Medianera de gracias, sois transformados cada día más en Cristo, de modo que seáis aptos para cumplir la misión que os espera. Adelante, pues, con valor por el camino trazado por vuestra Madre Celestial (…).»