Mensaje del 15 de agosto de 1980
Fiesta de la Asunción de María Santísima al Cielo
Mi cuerpo glorioso
«Soy vuestra Madre asunta al Cielo. Hoy os miro a todos con mis ojos misericordiosos, y os encierro en mi Corazón Inmaculado, que nunca cesa de latir de amor por vosotros. Soy la Mujer vestida del Sol. Mi Cuerpo glorioso es para vosotros signo de mi completa victoria. El sol eterno de la gracia y del amor ilumina ahora, penetra y circunda mi cuerpo glorioso, íntimamente asociado en la gloria al de mi Hijo Jesús. De mi Corazón brota la fuente de mi luz, con la que quiero rodear e iluminar este mundo invadido por las tinieblas. Corred detrás de la estela de mi luz inmaculada, dejaos arrastrar por el suavísimo perfume de mi cuerpo glorioso. Hijos predilectos, para conseguir alejaros de Mí, hoy mi Adversario se desencadena contra vosotros de manera furibunda. Consigue arrastrar y arrojar del cielo a una tercera parte de las estrellas, y también vosotros sois estas estrellas en el firmamento de mi Iglesia. Mas, ¡cuánto mayor es el número de las que empaña en su esplendor! En consecuencia, os insidia de todas las maneras; con frecuencia os combate en las almas más cercanas y más amadas por vosotros, para desanimaros y así apagar en vosotros el ardor y el fervor de vuestra acción apostólica. Caminad con perfecta confianza en vuestra Madre Celeste. Buscad la respuesta a vuestra sed de amor sólo en mi Corazón Inmaculado. Aquí no probaréis ninguna desilusión. Aquí se os llevará hasta el heroísmo del amor. Aquí todas vuestras heridas serán vendadas y curadas y recibiréis nuevas fuerzas y arrestos para entregaros a las almas. Mi corazón Inmaculado tiene sobre vosotros un gran designio, que se está realizando en este tiempo. Mirad al Paraíso, al que ha sido asunta vuestra Madre, y vivid en la Tierra dejándoos guiar y conducir por Ella. Difundiréis así mi luz, y contribuiréis cada vez más al triunfo de mi amor materno en el alma y en la vida de tantos hijos míos contagiados por el mal, y el odio. El desierto de vuestra vida florecerá en mi jardín, y difundiréis en vuestro derredor el perfume de todas las virtudes que adornaron aquí abajo el alma y el cuerpo, ahora ya glorioso, de vuestra Madre Inmaculada.»