Mensaje del 8 de septiembre de 1979 en Altótting (Alemania)
Natividad de la Bienaventurada Virgen María
Angustiosa llamada.
«En el más venerado Santuario de esta gran Nación, expuesta a tantos peligros, he querido que celebres la fiesta de la Natividad de tu Madre Celestial. En ti bendigo a todos mis hijos predilectos, esparcidos por todo el mundo. Te he conducido por todas partes para recoger en el refugio de mi Corazón Inmaculado a todos los Sacerdotes que 326corren el gran peligro de perderse, arrollados por la tempestad que ya se ha desencadenado. ¡Cuántos de mis hijos predilectos están respondiendo con generosidad creciente, y se consagran a mi Corazón Inmaculado! Apresuraos todos a poner vuestra confianza en Mí. Seguid el ejemplo y la urgente invitación que os ha dirigido el Vicario de mi Hijo Jesús, que conoce todas las cosas y que siente ya próximo el doloroso acontecimiento que desde hace años os he predicho. Si, poco falta hasta que se cumpla el tiempo que el Padre ha establecido, y luego la batalla entre mi Adversario y Yo se desencadenará terrible y entrará en su fase conclusiva. A muchos de vosotros os he preparado para la prueba suprema; seréis inmolados entre mis brazos como pequeños corderitos para que, con la sangre de Jesús, también la vuestra sirva para purificar a la Iglesia y renovar el mundo. Otros deberán padecer persecuciones y sufrimientos que ahora no podéis imaginar; pero tened confianza porque Yo estaré, de manera extraordinaria, junto a cada uno para ayudarlo a cumplir a la perfección mi designio hasta el final. Tengo prisa y os llamo ahora casi como en última y angustiosa llamada. Responded todos y confiaos a Mí. Sed pequeños, dóciles, humildes, pobres. Sed las flores más bellas en tomo a la cuna de vuestra Madre Niña, que os sonríe y os bendice a todos.»