Mensaje del 4 de agosto de 1979
Fiesta del Santo cura de Ars-Primer Sábado del mes
Los cinco primeros sábados del mes.
«Hijos predilectos, os miro con maternal predilección y en todas las partes del mundo os encierro cada vez más en mi Corazón Inmaculado. Éstas son las horas de la batalla y por ello debéis valeros de las armas que Yo a propósito os he preparado: —La consagración a mi Corazón Inmaculado. —El rezo frecuente del Santo Rosario. —La práctica de los cinco primeros sábados del mes para reparar las ofensas causadas a mi Corazón Inmaculado. Durante estos sábados os invito a uniros a Mí en la oración del Rosario, en la meditación de sus misterios, en la Confesión, en la participación de la Santa Misa y en la Comunión reparadora. Prometí a mi hija Sor Lucía una protección especial en el momento de la muerte y fa obtención de las gracias necesarias para su eterna salvación a todos aquellos hijos que, atendiendo a mis peticiones, hayan observado devotamente la práctica de los cinco primeros sábados de mes. En estos momentos en que el peligro de perderse eternamente es tan grave, poned las almas a salvo, confiándolas a la particular protección de vuestra Madre Celestial. Hoy debe crecer también la reparación por parte de mis hijos, porque se difunden cada día más las ofensas inferidas a mi Corazón Inmaclado por las injurias contra mi Inmaculada Concepción, contra mi perpetua Virginidad, contra mi divina y universal Maternidad, contra mis imágenes y porque se aleja de Mí, sobre todo, a las almas de los niños. Por medio de vosotros debe propagarse y acrecentarse esta filial y amorosa cruzada de reparación. Sean, pues, para vosotros los primeros sábados de mes verdaderos encuentros de oración reparadora y de generosa respuesta a las peticiones que os he hecho. Sobre todo, los religiosos y los fieles consagrados a mi Corazón Inmaculado, recójanse en esos días en Cenáculos de vida Conmigo. Ahora que la batalla se hará más áspera, debo preparar para todos momentos de espiritual serenidad y reposo: en estos Cenáculos entraréis en mi reposo, porque orando y reparando con vuestra Madre Celestial, seréis consolados y fortalecidos por Mí. Así recibiré de vosotros mayor reparación y vosotros recibiréis de la Madre nueva fuerza y nueva luz para andar en el difícil camino de vuestro tiempo.»