Mensaje del 31 de diciembre de 1979
Última noche del año
Vuestra última hora.
«Hijos predilectos, velad Conmigo en la oración y en la confianza. Se cierra este año, que para cada uno de vosotros ha sido extraordinario en gracias y dones por parte de la Madre Celeste. De mi Corazón Inmaculado cada día he derramado sobre vosotros torrentes de Luz y de Amor. Y así os he nutrido y vestido; os he preparado y fortalecido. Bajo mi materna y silenciosa acción habéis crecido en vuestra vida de consagración y en la imitación de vuestra Madre. Os habéis vuelto más pequeños, más humildes y dóciles, más confiados y fuertes. Os miro uno a uno con maternal ternura, hijos preelegidos y cultivados por Mí en el jardín de mi Corazón Inmaculado para ser ofrecidos a la gloria de la Santísima Trinidad. Durante este año he llamado a muchos de vosotros para traerlos aquí arriba, al Paraíso, para formar la gran corona de gloria de Jesús y Mía. Vosotros, en cambio, permanecéis aún sobre la Tierra, y os disponéis a cumplir cuanto ha sido dispuesto para cada uno, según mi gran designio de amor. Estáis ya en vuestra última hora: la hora de la gran batalla, la hora de la gran inmolación, la hora de la gran victoria. Pero todo ha sido ya preparado por Mí. También el tiempo se mide según los latidos de mi Corazón, qe no conoce ya el tiempo. Aquí se ha cumplido ya todo lo que en el tiempo debe suceder aún. Aquí os veo a todos al término del camino que aún debéis recorrer, viviendo e inmolándoos para la mayor gloria de Dios. Aquí os contemplo ya en la gloria que os espera, al final de vuestro doloroso sufrir. Pensad también vosotros que estáis en la luz de mi Corazón Inmaculado y vivid serenos y contentos. Que vuestra alegría sea completa, porque vuestros nombres están ya escritos en el Cielo (…).»