Mensaje del 23 de junio de 1979 en San Miguel (Archipiélago de las Azores)
Fiesta del Corazón Inmaculado de María
En mi Corazón Inmaculado.
«También en este lejano archipiélago estás viendo mis maravillas. Hoy de todas las partes del mundo, os reúno a todos y os encierro en mi Corazón Inmaculado. Es el refugio que la Madre Celestial ha preparado para vosotros. Aquí estaréis a salvo de todo peligro y, en el momento de la tempestad, encontraréis vuestra paz. Aquí seréis formados por Mí según el designio que el Corazón de mi Hijo Jesús me ha confiado. Así os ayudaré a cada uno de vosotros a cumplir de manera perfecta sólo el divino Querer. Aquí Yo daré a vuestros corazones la capacidad de amor de mi Corazón Inmaculado, y así seréis formados en el puro amor a Dios y al prójimo. Aquí cada día os engendro a vuestra verdadera vida: la de la Gracia divina, de la cual me ha colmado mi Hijo, en vista también de mi función de Madre vuestra. Os nutro con esta purísima leche, hijos míos predilectos, y os revisto de todas mis virtudes. Interiormente os formo y os transformo porque os hago partícipes de mi belleza y reproduzco mi imagen en vosotros. Así vuestra vida se torna cada día más conforme a mi designio maternal y la Santísima Trinidad puede reflejar Su Luz en vosotros y recibir la mayor gloria. Ahora ha llegado mi tiempo: esta extraordinaria intervención mía debe ser reconocida por todos. Por eso es mi deseo que la Fiesta del Corazón Inmaculado de María vuelva a celebrarse en toda la Iglesia con aquella devoción y solemnidad litúrgica con que había sido establecida por el Vicario de mi Hijo en tiempos tan borrascosos. Hoy todo se ha agravado y se precipita a su más dolorosa conclusión. Entonces debe aparecer ante la Iglesia cuál es el refugio que Yo, la Madre, he preparado para todos: mi Corazón Inmaculado. Con el Santo Padre, este hijo mío predilecto, que está dando a la Iglesia la Luz que brota de mi Corazón os animo y os bendigo a todos.»