Mensaje del 10 de febrero de 1978
Sólo entonces se comprenderá.
«¡Cuánto te agradezco que hayas venido, en peregrinación de amor y de oración,, a mi célebre Santuario donde has iniciado los encuentros con mis hijos predilectos de Sicilia! Has venido para consolar al Corazón Dolorido de tu Madre Inmaculada. He acogido tu dádiva de amor y la he puesto en tomo a mi Corazón, como espléndida corona que me estás formando con los Sacerdotes, que estás congregando en todo el mundo. Gracias por la alegría que me das. Has recibido también una señal. He aquí su significado: Ahora la Luz se está extinguiendo en todas partes. Aquellos a quienes he llamado se están refugiando en mi Corazón Inmaculado. Aquí está el lugar donde podréis todavía ver; aquí está el refugio donde podréis recogeros; aquí, el camino que os conducirá a Dios. Las tinieblas descenderán sobre la Iglesia y se harán aún más densas, después que tu Madre celestial haya acogido el alma de su primer hijo predilecto, el Papa Pablo VI, que está a punto de consumar su supremo sacrificio sobre la Cruz. Mientras viva, en virtud de su doloroso martirio, podré detener todavía el brazo de la Justicia de Dios. Pero después de su muerte todo se precipitará. La Iglesia se verá como sumergida en el error, que será acogido y propagado y así llegará al culmen la apostasía que ya se está extendiendo como una mancha de aceite. Serán heridos los Pastores y el rebaño a ellos confiado; y, por un momento, el Señor permitirá que la Iglesia parezca como abandonada por El. Las tinieblas se harán más densas sobre el mundo, que alcanzará así el máximo de su perversión. Cuánto más se pervierta, tanto más avanzará con obstinación por el camino de la rebelión contra Dios, de la idolatría, de la blasfemia y de la impiedad. Y así, por sí mismo, se atraerá cuanto ha decretado la Justicia divina para su total purificación a través de las tinieblas, del fuego y de la sangre. Será el momento de los mártires que, en gran número, derramarán su sangre y de los sobrevivientes, que envidiarán a los perseguidos y asesinados. Sólo entonces se comprenderá todo lo que he hecho por vosotros…»