Mensaje del 1 de enero de 1978
Fiesta de Santa María Madre de Dios
Comenzará con la Iglesia.
«Toda la Iglesia mira hoy con gran esperanza a su Madre Celeste. El Vicario de Jesús, el Papa, esta víctima que se inmola cada vez más sobre la cruz por la salvación del mundo, se dirige a Mí con súplica incesante, con ternura filial y con confianza que sobrepasa todo límite. Hoy implora de Mí la paz para toda la humanidad. Con su oración pide la paz, sobre todo para la Iglesia, de la que El mismo me ha proclamado solemnemente Madre. Me invocan todos mis hijos esparcidos por todo el mundo: los niños inocentes; los jóvenes que, nunca como ahora, sufren por esta incertidumbre y esta oscuridad; los pobres, los pecadores, los enfermos, los ancianos, los desterrados, los descarriados. Me invocáis, con particular emoción vosotros, hijos predilectos, Sacerdotes consagrados a mi Corazón Inmaculado. Quiero deciros hoy que acojo vuestras oraciones y las deposito sobre el altar de la Justicia de Dios. Mi obra de maternal mediación entre vosotros y mi Hijo Jesús será aún más poderosa en este nuevo año (…).»