Mensaje del 8 de julio de 1977
Las asechanzas de mi Adversario.
«Dejaos conducir siempre por Mí, hijos míos predilectos, con la mayor confianza a mi Corazón Inmaculado. Para ser dóciles a mis órdenes, para formar mi ejército invencible, debéis resistir a las asenchanzas de mi Adversario, que en estos tiempos, más que nunca, se ha desatado contra vosotros. Os quiere llevar a la desconfianza y al desánimo; os hace sufrir con su acción astuta y engañosa. Hasta os quiere hacer dudar de que no sois ni mis elegidos, ni mis predilectos, poniéndoos insistentemente delante de vuestra gran miseria y haciéndoos sentir toda vuestra humana fragilidad. Para llevaros a la parálisis del espíritu y haceros así inofensivos, lanza contra vosotros toda clase de tentaciones. Estad alerta, hijos míos predilectos, éstas son las asechanzas de mi Adversario. Ésta es el arma secreta que emplea contra vosotros; es su mordedura venenosa con que intenta hacer daño a este pequeño talón mío. Vuestra Madre quiere descubriros hoy su trama y poneros en guardia contra sus insidias. Vosotros sois mis lirios y por eso os atormenta con imágenes, fantasías y tentaciones impuras. ¡Estad tranquilos, tened confianza! Nunca como hoy, delante de Dios y de vuestra Madre Celestial, tan fúlgida y tan pura, ha brillado tanto vuestra pureza, porque emana de un ofrecimiento que vosotros renováis libremente y que supone el mayor sacrificio de todo vuestro ser. De todas las astucias que Satanás emplee para enredaros saldréis más puros, más hermosos, más rejuvenecidos. Y el sufrimiento que experimentáis, Yo misma lo transformo en arma invencible para arrancar a mi Enemigo un gran número de hermanos vuestros Sacerdotes, que desde hace años tiene atrapados y esclavizados. Vosotros sois mis rosas, que deben exhalar perfume de amor sólo para mi Hijo Jesús y para Mí. Os engaña, en verdad, presentando a vuestro corazón criaturas a las que poco a poco intenta ataros. También aquí su acción es solapada. Con frecuencia os presenta a personas buenas, aun virtuosas y hasta dotadas de dones extraordinarios, que, sin embargo, pueden ser un obstáculo a la limpieza de vuestro acto de amor a mi Hijo Jesús, que Yo quisiera fuese cada vez más puro, incesante y perfecto. Basta el más leve apego a cualquier criatura para que vuestro acto de amor no sea ya como mi Corazón Inmaculado lo desea. Y vuestras almas se llenan de sombras que os impiden recibir y abarcar toda la luz que Yo os doy y de la que tanta necesidad tenéis para formar mi corona de amor. ¡Oh, hijos míos predilectos! Venid a Mí todos porque sois tan pequeños, débiles, incapaces. Venid a Mí porque sois mis hijitos, porque todos tenéis necesidad de Mí para avanzar por el camino del amor perfecto. Vosotros sois mis ciclámenes (flores alpinas) por vuestra pequeñez interior, por la infancia de vuestro espíritu. Satanás os tienta haciendo que os sintáis adultos, seguros, induciéndoos a poner la razón de vuestra seguridad en vosotros mismos, en vuestras ideas, en vuestras propias acciones. Y puesto que la confianza y el abandono son cualidades de los pequeños, os tienta por eso cada vez más con la duda y la desconfianza de mi acción materna en vuestras almas. El trata de convenceros de que sois vosotros los que hacéis, los que debéis organizar y obrar y de quienes únicamente depende- todo. Y así vosotros actuáis cada vez más, y no me dejáis hacer a Mí misma. Entonces no os puedo conducir porque de este modo ya no sois capaces de ser dóciles. Si no permanecéis pequeños, de esta manera, mis proyectos no podrán realizarse. Por eso, hijos míos predilectos, he querido descubriros las insidias con que mi Adversario intentará cada vez más engañaros y seduciros. Hacedle siempre frente con una indefectible y heroica confianza en Mí. Esto sólo os pido, mis pequeños, para aplastar la cabeza de mi Enemigo que intenta morder mi talón, poniéndoos asenchanzas, hijos míos muy queridos.»