Mensaje del 31 de diciembre de 1977
Última noche del año
El término de un período.
«Hijo mío amadísimo, pasa Conmigo las últimas horas de este año que ha sido extraordinario en gracias para mi Movimiento. Han transcurrido ya sesenta años desde que me aparecí en la pobre Cova de Iría, para traer a los hombres mi importante mensaje. Hoy, sobretodo, mi mensaje se hace más urgente y actual. Actual, porque la humanidad nunca, como en estos momentos, ha estado al borde de su propia destrucción. Y urgente, porque, a partir de ahora, está en vías de realizarse progresiva y rápidamente todo lo decretado por la Justicia de Dios. Hijos predilectos, acoged todos el angustioso llámamiento de vuestra Madre; volved al camino que, a través de la oración y de la conversación, reconduce a Dios. Hoy os ofrezco de nuevo el medio que el Padre os da para ayudaros a volver a Él: mi Corazón Inmaculado. Consagraos todos a mi Corazón y poneos confiadamente en los brazos de vuestra Madre Celeste. Durante el año que acaba he podido detener el castigo valiéndome de las oraciones y sufrimientos de muchos hijos míos. Vuestro “sí” ha potenciado mi intercesión maternal por vosotros. Jesús ha querido confiar aún a su Madre, que lo es también vuestra, la última posibilidad de intervenir para conduciros a la salvación y para aliviar el gran dolor que os guarda (…).»