Mensaje del 29 de julio de 1977
Entrad en mi jardín
«Dejaos conducir, hijos predilectos, a lo más íntimo de mi Corazón Inmaculado. Entrad en este jardín. En él se refleja la luz purísima de la Divina Trinidad. El Padre encuentra aquí intacto y perfectamente realizado su designio. Ahí este, por eso, resumida y contenida toda la creación, para cantar Conmigo la perenne alabanza a su Creador y Señor. Es el lugar donde el Padre Celestial recibe de su criatura la mayor gloria. El Hijo encuentra aquí el lugar de su morada habitual. Mi Corazón ha sido la casa donde el Verbo se ha formado en su vida humana; ha sido también el refugio en el que Jesús se recogió buscando ayuda y consuelo. Aquí introdujo también a sus primeros discípulos para que se fortalecieran y recibieran la impronta de su mismo ser. En este jardín crecieron, poco a poco, según su divino designio: haciéndose más humildes, más puros, más generosos y más fuertes. Aquí recibieron un cultivo esmerado hasta lograr cada uno la identificación con Jesús, tan querida por El mismo. Ha sido también el altar, en el que se ha inmolado mi Hijo; el cáliz que ha recogido su sangre, que se ha abierto al gemido de sus heridas y al gran don de su Corazón agonizante. Él quiso que este jardín fuese también vuestro: por esto os ha dado a su propia Madre. El Espíritu Santo es el único Jardinero en este sagrado recinto. Me cubrió con su luz de amor; me colmó de todos sus dones; me embelleció de su grandeza y me hizo su Esposa. En mi Corazón Inmaculado se ha operado el divino prodigio. Mi jardín es de su exclusiva, propiedad: El Espíritu Santo es quien lo riega y lo ilumina y es Él quien hace crecer en él las flores más bellas, dándoles perfume y color; es Él quien introduce aquí a quien quiere. Nadie entra si Él mismo no le abre; nadie sigue adelante si Él no le lleva. ¡Si supiérais, hijos míos predilectos, el don que habéis recibido al consagraros a mi Corazón Inmaculado! Ha sido el Espíritu Santo quien os ha hecho entrar en mi jardín. Y por medio de vuestra Madre Celestial, Él, ahora, os cultiva, os adorna con sus dones, os enriquece con todas las virtudes. Y así podéis crecer en la santidad, llegar a ser cada día más Sacerdotes según mi designio , y seguir avanzando para que de su mano entréis en lo íntimo de mi Corazón Inmaculado, donde brilla con más fuerza toda la gloria de la Santísima Trinidad. Permaneced, por tanto, siempre en mi jardín.»