Mensaje del 18 de mayo de 1977
Mi batalla.
«Dejaos conducir por Mí, hijos míos predilectos, Mi batalla ha empezado ya. Comenzaré atacando al corazón de mi Adversario, y lo haré, sobre todo, allí donde él se cree ya vencedor seguro. Ha conseguido seducimos ya con la soberbia. Ha sabido disponerlo todo de una manera inteligentísima. Ha doblegado a su plan a amplios sectores de la ciencia y de la técnica humana, ordenándolo todo a la rebelión contra Dios. En sus manos se encuentra ya una gran parte de la humanidad. Ha sabido atraerse, con engaños, a científicos, artistas, filósofos, sabios y poderosos. Seducidos por él, se han puesto a su servicio para obrar sin Dios y contra Dios. Pero aquí está su punto débil. Lo atacaré empleando la fuerza de los pequeños, de los pobres, de los humildes, de los débiles. Yo, “la pequeña esclava del Señor”, me pondré a la cabeza del gran ejército de los humildes para atacar al baluarte de las aguerridas huestes de los soberbios. A todos estos hijos míos les pido sólo que se consagren a mi Inmaculado Corazón y que se dejen poseer por Mí. Así seré Yo misma la que obre en ellos. Mi victoria, por medio de ellos, ya ha empezado. También en mi Iglesia parece que Satanás lo ha conquistado todo ya. Se siente seguro porque ha logrado engañaros y seduciros: — con el error; difundido por doquier y proclamado hasta por muchos de mis pobres hijos Sacerdotes. — con la infidelidad, que se ha revestido de cultura, de “aggiornamento”, con la tentativa de hacer más actualizada y aceptable la evangelización. Así, el Evangelio que hoy algunos predican no es ya el Evangelio de mi Hijo Jesús. — con el pecado, que hoy cada vez se comete más y se trata de justificar. No pocas veces las vidas sacerdotales y religiosas se han convertido en verdaderas cloacas de impureza. Sobre esta Iglesia, que parece a punto de irse a pique, Satanás quiere reinar como seguro triunfador. Pero le heriré el corazón, poniendo su misma victoria al servicio del triunfo de mi Inmaculado Corazón. Me valdré de las tinieblas, que él ha difundido por todas partes, para escoger las almas de mis hijos más pequeños, a quienes daré mi misma luz. Así todos serán llevados por la misma oscuridad a buscar la salvación en la Luz que parte de mi Corazón Inmaculado. Y todo el triunfo de mi Adversario servirá únicamente de ayuda a innumerables almas, que se cobijarán en mi Corazón de Madre. Llamaré a mis Sacerdotes a dar testimonio de su fidelidad hasta el heroísmo. Con su ejemplo ayudarán a las almas de muchos hijos míos extraviados a volver al camino de la fidelidad. A mis hijos predilectos les llevaré a una gran santidad para que, por su medio, sea reparado todo el pecado del mundo. Y así tantos hijos míos perdidos podrán aún salvarse. Por eso, ¡cuánto miedo me tiene Satanás! Yo estoy actuando ya con el ejército de mis pequeños hijos. Nada podrá detenerme hasta lograr mi más completa victoria. Y así, en el mismo momento en que todo parezca perdido, la Providencia traerá el triunfo de mi Inmaculado Corazón en el mundo.»