Mensaje del 13 de octubre de 1977 en Fátima
60a aniversario de la última Aparición
El milagro del Sol.
«Hijos predilectos, caminad con confianza. Recordáis hoy con alegría la gran señal que, hace sesenta años, di en esta tierra que escogí para manifestarme. A esta señal llamáis “el milagro del sol” Sí, hijos, también el sol, al igual que toda la creación, obedece las leyes establecidas por su Creador. Pero a veces, cuando Dios lo quiere, cambia su forma de actuar. También el sol, como toda la creación, se somete obediente a lo que Dios ordena. Con este milagro quise daros a entender que mi victoria consistirá en reconducir a los hombres a la dócil obediencia a la voluntad de Dios. Pero el sol es fuente de luz. La tierra germina y se hace fecunda por la fuerza de su calor y vosotros vivís en la tierra por la luz que recibís de él. Vuestra actividad se inicia con su salida, y con su ocaso coincide el final de vuestro trabajo. Con todo ello quise indicaros que mi victoria consistirá, sobre todo, en hacer que la luz vuelva a brillar sobre el mundo y sobre la Iglesia. El mundo será iluminado de nuevo, porque se ofrecerá enteramente a la adoración y a la glorificación de Dios, Y la Iglesia, ahuyentadas todas las tinieblas del error, de la infidelidad y del pecado, que ahora la oscurecen, volverá a brillar con la luz de la Verdad, de la Gracia y de la Santidad. Jesús resplandecerá de tal forma en la vida de la Iglesia que Ella misma será el más potente foco de luz para todas las naciones de la Tierra. Pero la más grande victoria de mi Corazón Inmaculado de Madre consistirá en hacer que Jesús resplandezca en las almas de todos sus hijos. Algunos, entre los aquí presentes en este lugar, piensan hoy con añoranza:»¡Qué gran prodigio sería si se repitiese el milagro del sol!» Pero, Yo lo repito cada día para cada uno de vosotros. Cuando os guío por el camino de mi Hijo, cuando os ayudo a curaros del pecado, cuando os llevo a la oración, cuando os formo en la santidad. Es la Luz de este Sol, la que hago brillar cada vez más en vuestras almas y en vuestras vidas: el sol de mi Hijo Jesús. Por eso el milagro del sol ocurrido aquí no fue más que una señal. Aquel fenómeno extraordinario, percibido con sus propios ojos por todos los presentes, hizo que muchos creyesen en la acción de vuestra Madre, cuya misión es encender en el corazón de todos los hombres la Luz de Jesús, verdadero Sol del mundo..»