Mensaje del de julio de 1976 en Lourdes
Primer sábado de mes
Vuestro testimonio más necesario.
«Sed cada vez más dóciles en mis manos, hijos predilectos. Vuestra vida será verdaderamente sólo mía si en cada momento me ofrecéis vuestra interior docilidad. ¡Cuántos son hoy los Sacerdotes que no obedecen, que se rebelan, que no observan ya disciplina alguna! Vuestra interior docilidad os llevará a la observancia de la más completa disciplina a las normas y a las directrices de la Iglesia. Hoy has sufrido mucho al ver en este lugar, consagrado a Mí, tantas profanaciones, tantos dolores causados a mi Corazón Inmaculado de Madre. Hijos que vienen a Mí con vestidos tan indecorosos y se atreven a llegar hasta los pies de mi venerada Imagen. Participa en mi dolor y repara por estas verdaderas profanaciones que cada día se cometen en este lugar consagrado a Mí. Por desgracia, los mayores responsables son los Sacerdotes. Mira cómo ellos mismos visten de cualquier manera, a veces de modos tan extraños que escandalizan hasta los mismos fieles. Y sin embrago, la vigente disciplina de la Iglesia obliga a estos hijos míos a vestir el hábito eclesiástico. Pero ¿Quién observa aún esta disciplina? Pocos, y éstos son considerados, las más de las veces, retrógrados y desfasados. Esto del hábito es sólo un pequeño ejemplo, pero muy significativo, de una triste realidad: hoy la indisciplina, la desobediencia, la intolerancia hacia toda norma, cunde entre los Sacerdotes, que son siempre, a pesar de todo, los hijos de mi materna predilección. Sed por lo menos vosotros, Sacerdotes consagrados a mi Corazón Inmaculado, ejemplo por vuestra interior docilidad y por vuestra obediencia a la disciplina de la Iglesia. Éste es hoy vuestro testimonio más urgente y más necesario. Sólo así podréis difundir a vuestro alrededor el ejemplo y el perfume de mi Hijo Jesús. Seréis elegidos para el retomo de muchos Sacerdotes a la obligación de dar ese buen ejemplo, que es una de las exigencias más importantes de vuestro mismo ministerio.»