Mensaje del 8 de septiembre de 1976
Natividad de la Sima. Virgen María
Debéis ser pequeños.
«Mirad, oh hijos, a esta vuestra Madre niña. Por ser pequeña fui grata al Altísimo. La exención de toda mancha de pecado, que por privilegio tuve desde el primer instante de mi concepción, me dio la verdadera medida de mi pequeñez. Pequeña por ser criatura de Dios y porque fui predestinada para ser la Madre del Verbo. Pequeña porque todo lo tuve de Dios. Pequeña porque fui cubierta con la sombra del Poder de Dios, que me recubrió de Su grandeza. Mi riqueza es, por eso, sólo la de los pequeños y de los pobres: la humildad, la confianza, el abandono, la esperanza. Hoy la Iglesia os invita a mirar a vuestra Madre Celeste en el momento de su nacimiento. Mirad, mis predilectos, a vuestra Madre niña y aprenderéis a ser pequeños. Debéis ser pequeños porque sois mis hijos y, por eso, debéis vivir mi misma vida. Debéis ser pequeños para convertiros en dóciles instrumentos para mis designios y para atraer sobre vosotros la complacencia de mi Hijo Jesús. ¡Cuánto os ama Jesús, hijos míos predilectos! Os ama precisamente porque queréis ser pequeños, pobres, sencillos, humildes. Debéis ser pequeños para hacer frente a Satanás, que logra seducir con el orgullo y la soberbia. ¿No comprendéis que a vosotros jamás logrará seduciros y engañaros si permanecéis humildes? Deberéis ser cada vez más pequeños, porque vuestra Madre os quiere a todos para Sí: os quiere nutrir, os quiere vestir, os quiere llevar en sus brazos. Debéis ser pequeños porque así diréis siempre sí a la voluntad del Padre. Decid Conmigo vuestro sí. Así, en vosotros se repetirá siempre el sí de mi perfecta docilidad al querer de Dios. Pequeños, en fin, para formar este humilde talón que Satanás intentará morder, pero con el que Yo misma le aplastaré la cabeza. Debéis, por eso, ser cada vez más pequeños si queréis preparar el mayor triunfo de mi Corazón Inmaculado.»