Mensaje del 7 de agosto de 1976
Primer sábado del mes
Sólo con el Papa.
«Hoy, de todas partes del mundo, llega el homenaje, tan grato a mi Corazón Inmaculado, de los Sacerdotes a Mí consagrados, de vosotros, hijos de mi predilección materna. Dejaos siempre conducir por Mí y no sentiréis el peso de vuestras dificultades cotidianas. Os quiero en mis brazos, totalmente abandonados a mi Corazón Inmaculado, porque así podéis caminar hacia la meta que he fijado para cada uno de vosotros. Ya os he indicado cuál es esta meta: hacer de vosotros Sacerdotes según el Corazón de Jesús. Debéis ser verdaderamente «‘Jesús hoy”, para los hombres de vuestro tiempo. Jesús que habla, y diréis así sólo la Verdad. La Verdad contenida en el Evangelio y garantizada por el Magisterio de la Iglesia. Hoy, cuando la oscuridad desciende sobre todas las cosas y el error se propaga cada vez más en la Iglesia, debéis orientar a todos a la fuente de la que Jesús hace brotar sus palabras de verdad: el Evangelio confiado a la Iglesia jerárquica, a saber, al Papa y a los Obispos a Él unidos. No a cada Sacerdote aisladamente, no a cada Obispo aisladamente; sino sólo a los Sacerdotes y a los Obispos unidos con el Papa. Hoy hiere mucho y aflige a mi Corazón de Madre de la Iglesia el escándalo, aun de los Obispos, que no obedecen al Vicario de mi Hijo y arrastran a un gran número de mis pobres hijos por el camino del error. Por eso hoy debéis proclamar a todos con vuestra palabra que Jesús sólo a Pedro ha constituido fundamento de su Iglesia y custodio infalible de la Verdad. Hoy el que no está con el Papa no logrará permanecer en la Verdad. Las seducciones del Maligno han llegado a ser tan insidiosas y peligrosas, que logran engañar a cualquiera. Pueden caer incluso los buenos. Pueden caer también los maestros y sabios. Pueden caer los Sacerdotes y hasta los Obispos. No caerán jamás los que estén siempre con el Papa. He ahí por qué quiero hacer de vosotros un ejército ordenado, atento, obediente y dócil también a los deseos de este mi primer hijo predilecto, del Vicario de mi Hijo Jesús. Jesús que obra : debéis, sobre todo, revivir a Jesús en vuestra vida y ser sólo Evangelio vivido. Por esto os hago cada vez más pobres, mas humildes, más puros, más pequeños. No temáis entregaros completamente a Mí. Soy Madre suya y vuestra y no sé hacer por vosotros otra cosa que ayudaros a nacer y a crecer como otros pequeños Jesús para la salvación de todos mis hijos. Cuando este ejército de Sacerdotes esté presto, entonces será el momento en que aplastaré la cabeza de mi Adversario y el mundo renovado gozará de la alegría de este triunfo de mi Corazón de Madre.»