Mensaje del 26 de julio de 1976
Fiesta de San Joaquín y Santa Ana
Mi tiempo.
«Mi tiempo, hijos míos, no se mide por días. Mi tiempo se mide sólo por los latidos de mi Corazón de Madre. Cada latido de mi Corazón marca un nuevo día de salvación y de misericordia para vosotros, mis pobres hijos. Por esto os invito a vivir solamente de confianza. Vuestro tiempo debe medirse por la confianza en el amor misericordioso del Padre y en la acción de vuestra Madre del Cielo. De esta confianza vivieron mis padres, Ana y Joaquín, que hoy la Iglesia recuerda y los pone como ejemplo. De esta confianza vivieron todos los Santos y todos los amigos de Dios. De esta sola confianza se ha servido siempre el Omnipotente para realizar en cada época Su designio. Con frecuencia lo ha realizado aun contra toda esperanza, en el momento en que nadie lo hubiera creído. Así aconteció en el gran designio que Dios cumplió a través de estas dos humildes y pobres criaturas, que el Padre llamó para preparar el nacimiento de vuestra Madre celestial. Y vuestra Madre fue llamada a esperar contra la misma apariencia de las cosas, para entregarse sólo a la confianza total en la Palabra de Dios. Llegó a ser así la Madre del Verbo y os entregó a su Hijo Jesús. Ahora os he anunciado el triunfo de mi Corazón Inmaculado y la necesaria y dolorosa purificación que debe precederlo. Os he dicho también que éste es el tiempo de la purificación, que éstos son los años de mi triunfo. Pero no indaguéis el momento escudriñando el futuro y contando los años, meses y días. Así sois presa de la ansiedad y de la turbación y malgastáis vuestro tiempo que es tan precioso. No es de esta forma, hijos predilectos, como se mide mi tiempo; se mide sólo por vuestra confianza en Mí, que os preparo para ser instrumentos elegidos por Mí y formados para realizar en este tiempo el triunfo de mi Corazón Inmaculado.»