Mensaje del 19 de junio de 1976
Decid Conmigo vuestro sí.
«Aún os pido otra cosa más, hijos predilectos: vuestra vida. Éstos son los tiempos en que deberé pedir a algunos de vosotros, hijos míos, como regalo, vuestra propia existencia. Se prepara la hora del martirio y la Madre dulcemente os conduce al momento de vuestra inmolación. No miréis ya a este mundo: miradme sólo a Mí; mirad el rostro de vuestra Madre del Cielo. Yo os reflejo la luz del Paraíso que os espera y, en la hora de la prueba, seréis robustecidos y alentados. No miréis a la criaturas que, seducidas y corrompidas por Satanás, se lanzarán cada vez con mayor odio y violencia contra vosotros. Sin embargo, hijos míos predilectos, vosotros habéis amado siempre, a todos habéis beneficiado, a todos habéis tratado de ayudar. Y ahora el hielo del odio y de la ingratitud se propaga en tomo a vosotros. No tengáis miedo. Ésta es la hora de Satanás y del poder de las tinieblas. No tengáis temor: refugiaos en mi Corazón Inmaculado. Aquí, en este Corazón de Madre, hallaréis calor y consuelo. Aquí está la fuente de vuestra alegría y el secreto de vuestra confianza. En este Corazón sois mis pequeños hijos, que formo en la mansedumbre interior para que, a la invitación de mi Hijo, que os asocia a su Sacrificio, podáis responder con un sí. Decid conmigo, hijos míos predilectos, vuestro “sí” a la voluntad del Padre. Y, entonces, veréis pronto despuntar el alba de un nuevo mundo lavado y purificado por vuestra ofrenda reparadora.»