Mensaje del 16 de julio de 1976
Fiesta de Nta. Sra. del Carmen
Con espíritu de filial abandono.
«Hijo de mi maternal predilección, no te dejes distraer por las cosas y por los acontecimientos humanos: Permanece siempre en mi Corazón en oración Lo dispongo todo para ti como verdadera Madre tuya: las personas que debes encontrar, las circunstancias en que tienes que desenvolverte, lo que debes hacer. Acostúmbrate, por tanto, a vivir con confianza el momento presente que el Padre te da y que la Madre te prepara Hijos consagrados a mi Corazón Inmaculado, todos vosotros debéis vivir en el espíritu de filial abandono, de la más completa confianza en la acción de vuestra Madre. Un Sacerdote que se consagra a mi Corazón Inmaculado atrae sobre sí esta predilección mía, que se hace cada vez más fuerte y manifiesta, y que el alma logra percibir con creciente claridad. Yo misma soy la que con vosotros puedo ejercer de manera más plena mi función de Madre. Con vosotros puedo obrar así porque, con la consagración a mi Corazón Inmaculado, os ponéis verdaderamente como niños en mis brazos. Así os hablo, y podéis escuchar mi voz. Os conduzco, y os dejáis dócilmente guiar por Mí. Os revisto de mis mismas virtudes, os nutro con mi alimento. Así sois, cada vez más, interiormente atraídos por el perfume de esta acción maternal mía, que os hace pequeños, pobres, humildes, sencillos, puros. Sobre todo os atraigo dulcemente ante la divina persona de mi Hijo Jesús presente, como en el Cielo, en el Sacramento de la Eucaristía. Aprendéis de Mí el gusto de la oración. Oración de adoración, oración de agradecimiento, oración de reparación. Cuanto más el hielo del abandono y del silencio rodea a mi Hijo Jesús, presente entre vosotros en la Eucaristía, tanto más Yo misma recojo las voces de mis hijos predilectos para que, unidas a la Mía, compongan juntas, aquí abajo, una armonía de amor para presentarla al Corazón de mi Hijo a fin de que sea consolado. Este es el ejército que me estoy preparando; éste es el ejército de mis Sacerdotes que estoy reuniendo ya de todas partes del mundo. Un ejército de pequeños hijos, consagrados a mi Corazón Inmaculado, que cada vez hago más semejante a Mí, para que Jesús pueda ofrecerlos al Padre en señal de reparación y de expiación. Por eso os repito: no miréis todo el mal que aumenta sin cesar y por doquier invade el mundo. Ni siquiera miréis el mal tan inmenso que Satanás logra esparcir aún en la misma Iglesia. Miradme sólo a Mí y al gran bien que en silencio vuestra Madre está haciendo, al atraer a su Corazón Inmaculado a un número cada vez mayor de hijos Sacerdotes (…).»