Mensaje del 15 de agosto de 1976
Fiesta de María Sima, en su Asunción al Cielo
Vivid en el Paraíso Conmigo.
«Vivid, hijos míos predilectos, donde Yo estoy: en el Paraíso, asunta en alma y cuerpo para ser plenamente partícipe de la gloria de mi Hijo Jesús. Siempre asociada a Él, por mi función de Madre, en esta tierra, ahora en el Paraíso estoy asociada a la gloria del Hijo, que quiere tener a su lado a La Madre, después de haberle dado un cuerpo glorioso igual al Suyo. He aquí el motivo de este mi privilegio extraordinario. Ya que con mi “sí” di al Verbo de Dios la posibilidad de asumir en mi seno virginal su naturaleza humana, así también con mi “sí” me entregué a la acción de mi Hijo Jesús, que asumió a esta vuestra Madre a la gloria del Cielo en alma y cuerpo. El mío es un cuerpo transfigurado y glorioso, pero verdadero cuerpo, hijos predilectos; Madre e Hijo, juntos ya para siempre en el Paraíso. Pero soy también verdadera Madre vuestra; y así os puedo amar no sólo con el alma, sino también con este cuerpo mío glorioso. Os amo con este Corazón mío de Madre, que nunca ha cesado de latir de amor por vosotros. Hijos míos predilectos, vivid también vosotros donde Yo estoy: vivid en el Paraíso Conmigo. Es verdad que vosotros estáis aún en esta tierra de dolor y muchas veces sentís todo su peso y sufrimiento. Más, ¿por qué, aun viviendo en esta tierra de destierro, no vivís también vosotros donde ya se encuentra vuestra Madre? Vivid en el Paraíso Conmigo y no os dejéis atraer por el mundo, ni os dejéis aprisionar por esta tierra. Hoy existe esta tendencia, que es muy falsa y peligrosa. Se mira sólo a esta tierra. Casi se tiene miedo de que, si se mira al Paraíso, os substraigáis de vuestras tareas del vivir cotidiano. Vivid en el Paraíso Conmigo y entonces también viviréis bien en esta tierra. Realizad aquí abajo el designio del Padre Celestial y construiréis en tomo vuestro la verdadera felicidad. Cuanto más miréis al Padre y viváis Conmigo, tanto más trabajaréis en la tierra por vuestro bien y por el de todos. El Paraíso, el verdadero Paraíso, no podrá jamás encontrarse en la tierra. i Cuánto os seduce y engaña mi Enemigo que tanto se desencadena con tal de impediros llegar aquí arriba con mi Hijo Jesús y Conmigo! El Paraíso está sólo en la luz de la Santísima Trinidad, con mi Hijo Jesús y Conmigo. Con esta luz se iluminan y gozan los Angeles y los Santos. Con esta luz resplandece todo el Paraíso. Vivid, pues, buscando, amando, mirando al Paraíso que os espera, hijos míos predilectos. Y aquí abajo vivid en el Paraíso de mi Corazón Inmaculado. Entonces viviréis serenos e íntimamente felices. Seréis cada vez más pequeños y confiados, más pobres y puros. Y cuanto más os hiciéreis pequeños, pobres y puros, tanto mejor podréis entrar en el Paraíso de mi Corazón Inmaculado, donde el tiempo se marca solamente por los latidos de un Corazón que no deja de latir.»