Mensaje del 7 de junio de 1975
Fiesta del Corazón Inmaculado de María
Responded a mi suprema llamada.
«Vuelve a escribir cuanto Yo misma dicto a tu corazón de niño escogido por mi Corazón Inmaculado. Sé siempre más dócil y obediente a tu Director espiritual: entrégate a él completamente. Le daré la luz necesaria para que comprenda todo lo que deseo de él para mis designios. No temas, hijo mío amadísimo. ¿Por qué te turbas y a veces pierdes la paz? Tú estás siempre en mi Corazón Inmaculado; vives habitualmente encerrado en mi Corazón de Madre; sientes toda la serenidad de este Corazón mío, toda la ternura que siente por ti. Vive, hijo mío, de tal manera que pueda derramar sobre ti toda la ternura de mi Corazón Inmaculado y Dolorido(…). Cualquiera que te mire, te escuche, pase por tu lado, debe poder sentir que llega a su alma una ráfaga de este perfume sobrenatural, de la ternura que el Corazón de Madre siente hacia todos sus hijos. Por eso te quiero verdaderamente despegado de todos. No busques otras voces ni otros apoyos. ¿No sientes que Yo misma te hablo y te conduzco? Mi Corazón Inmaculado será tu único consuelo y sólo de este Corazón te vendrá todo aliento. Por lo demás, déjame hacer a Mí. Esta Obra es sólo mía y ninguno la tocará, porque de ella estoy celosa con el mismo celo de Dios. Esta obra es querida por Mí para el gran triunfo de Dios y para la definitiva derrota de Satanás. 153No te turbes si oyes que por aquí y por allí surgen movimientos inspirados por almas a las que Yo me revelo: todo forma parte de un gran designio Mío. Por esto cada cosa debe quedar en su puesto. Tu puesto es el Movimiento Sacerdotal Mariano: por medio de mis Sacerdotes, un número ilimitado de laicos volverá a consagrarse a mi Corazón, a entregarse completamente a Mí. Con sencillez, sin organizaciones: entregúense todos a Mí como el niño se da todo a la propia Madre. Hijos míos, ya ha comenzado la batalla y sólo os pido responder a mi suprema llamada. Sed sólo Sacerdotes míos; sed sólo Sacerdotes de oración. No perdáis más tiempo, que para vosotros es muy precioso el tiempo que os queda. Rezad siempre y bien el Santo Rosario. Vivid y propagad el Evangelio de mi Hijo Jesús. Orad, ayudad y defended al Vicario de Cristo: el Papa. Sed pobres, sed pequeños, sed humildes; sed sólo mis pequeños hijos que forman esta corona de amor alrededor de mi Corazón Inmaculado y Dolorido. Hoy —uno a uno— os bendigo, os abrazo y os encierro en este Corazón mío. Mas ni siquiera por un instante debéis sentiros solos y sin Mí. Hijos consagrados a mi Corazón Inmaculado, soy vuestra Madre, que hoy os hace el don de su habitual presencia al lado de cada uno de vosotros.»