Mensaje del 5 de agosto de 1975
Fiesta de Ntra. Sra. de las Nieves
Los Sacerdotes me están respondiendo.
«Serénate, ten confianza en Mí también para la propagación de mi Movimiento. No te preocupes si os quedan muchas demandas de opúsculos, hechas ya desde hace meses, y a las que sin vuestra culpa no es posible responder. Suponte que con una perfecta organización se pudiesen despachar inmediatamente todos los Opúsculos que se están pidiendo. Y ¿tú crees que esto podría bastar a la propagación de mi Movimiento? No, hijo, porque los Opúsculos, una vez llegados a su destino, podrían ser guardados en un cajón, por el que los recibe, sin ser leídos; o también, aun leídos, podrían dejar al que los lee completamente indiferente. Sólo mi acción de Madre es necesaria para la propagación de mi Movimiento. Es sólo mi acción la que prepara las almas a aceptar este don mío; la que dispone para cada uno el momento en que debe ser dado; la que da una gracia especial para que mis palabras puedan ser comprendidas y puedan producir en las almas aquella maravillosa realidad que ellas expresan. Por esto os pido insistentemente que secundéis esta acción mía con vuestra oración. Ésta siempre os la reclamo porque me es necesaria, no la perfección técnica. Di a X que le miro con agrado cuando trabaja por mi Movimiento y sé que está ya aprisionado por muchas ocupaciones. Mas para que mi Corazón Dolorido sea por él consolado y para que pueda él mismo vivir en lo más íntimo de mi Corazón Inmaculado, pido a su ánimo generoso más oración, momentos de silencio y de vida Conmigo… A ti, hijo mío carísimo, te pido oración, sufrimiento y silencio. Silencio sobre todo acerca de nuestras intimidades. No hables de cuanto hago contigo, para no poner freno a mi acción y no retardar los designios de mi Corazón Inmaculado. Di todo solamente a tu confesor y Director espiritual. Mira, Yo misma te he traído a esta profunda intimidad Conmigo; más tus hermanos están aún en camino. Por eso no pueden aún comprender. Oración y sufrimiento espero siempre de ti. Ya el anuncio de mi Movimiento ha llegado a todas las partes del mundo y los Sacerdotes, consagrados a mi Corazón Inmaculado, están respondiendo todos a mi llamada. Es necesario, empero, que estos hijos míos caminen conducidos por Mí, sin pararse nunca; ninguno de ellos debe ser mediocre. Quiero llevar a todos, en mi Corazón Inmaculado, a grandes metas de santidad. ¡Si supieras cuánto los tienta Satanás y los obstaculiza, los atormenta y los desalienta! Quédate siempre en mi Corazón y sobre la Cruz por ellos: tu oración y tu sufrimiento les ayudará a crecer en santidad. Sobre la Cruz y en mi Corazón Inmaculado: entonces ayudarás siempre, junto a Mí, a estos tus hermanos e hijos míos predilectos.»