Mensaje del 12 de septiembre de 1975
Fiesta del Santo Nombre de María y aniversario de la victoria de María Santísima en Viena (1683)
Pequeños para los otros, grandes para Mí.
«Te he elegido precisamente por tu pequeñez, por tu pobreza. Jesús mira con agrado y con predilección a los pequeños, a los puros de corazón, a los sencillos. Sé siempre así. Después no te mires nunca, porque te daré el don de dejarte con tus defectos. Mi Hijo Jesús no te ama por lo que sabes hacer, sino por ti mismo: te ama así tal como eres. No son tus méritos, sino es sólo Su amor lo que le atrae fuertemente hacia ti. También Yo, tu Madre, te amo tal como eres: incluso con tus defectos, con tal de que en ti exista siempre el esfuerzo de corregirlos. Y si te dan la verdadera medida de tu pequeñez, también me sirven, sin duda, para hacerte más mío. Sacerdotes de mi Movimiento: no temáis si alguna vez os sentís aún muy lejos del ideal que yo os propongo: A Mí me basta vuestra humildad, vuestra confianza, vuestra buena voluntad. Estoy formando un ejército de Sacerdotes que quizá no serán nunca perfectos, pero serán ciertamente todos míos. La perfección que en ellos realizaré será interior y escondida: pequeños para los otros, grandes para Mí. Serán hasta despreciados y perseguidos por muchos, pero en su alma gozarán siempre de mi alegría. Quiero que hoy me ofrezcas estas flores, hijo, en la fiesta de mi Onomástica. Te bendigo, os bendigo a todos con gratitud y reconocimiento.»