Mensaje del 30 de julio de 1974
Te conduciré de la mano.
“Continúa, hijo, tu vida de simple y filial abandono. Vive siempre con la mayor confianza en mi acción de madre. No te dejes aprisionar por las cosas: no te preocupes. Te repito: ninguna interferencia externa podrá perjudicar mi Obra. Yo te hago comprender cómo quiero esta Obra y Yo misma te conduciré de la mano para realizar este designio mío. A los que deberán ayudarte, Yo misma, poco a poco, los desprenderé de todo — aun de aquello que considere bueno y útil para mi Movimiento — y los conduciré por el camino del perfecto abandono y de mi voluntad. Serán llamados personalmente por Mí a este desprendimiento y espero de ellos la más total sumisión. ¡Oh hijo, si supieras cuánto estoy trabajando a mis Sacerdotes, cómo te estoy trabajando a ti mismo! Confíate cada vez más a Mí, déjate conducir por Mí: ¡verás como la Madre sabrá hacer bien cada cosa en tu lugar!”