Mensaje del 8 de junio de 1974
Quiero hacer revivir a Jesús.
“Debes estar más atento a mi voz, hijo, y dejarte conducir por Mí con la mayor docilidad. También es bueno que te habitúes a escribir todo cuanto Yo hago sentir a tu corazón. Sé que esto te cuesta mucho; sin embargo, así me dejas satisfecha, porque te haces cada vez más obediente a tu Confesor y Director Espiritual. El recibirá de Mí el don de comprender lo que deberá hacerse conocer, porque servirá para el bien de muchos hijos míos. El sabrá también lo que deberá mantenerse oculto. Tú con la mayor sencillez anota cada cosa… Te habituaré a depender de Mí en cada momento; oh, pero de un modo tan sencillo y espontáneo, como hace el niño en brazos de su propia mamá. En cada momento te diré lo que Yo quiero de ti; más bien Yo misma haré cada cosa por ti y contigo. Obrarás siempre como bajo mi dulce inspiración de Madre. Y así crecerás cada vez más en la vida Conmigo. Mi vida será tu vida. Llegará a ser para ti doloroso e insoportable vivir un solo instante fuera de Mí. ;Hijo, ves cuánto me ha agradado y cómo tomo al pie de la letra el don que me has hecho de tu consagración! ¡Es cierto que eres pequeño, no tienes grandes cualidades, te asustas de nada, casi tienes miedo de tu sombra! Sin embargo, Yo he mirado a la intensidad y al amor de tu don total. Tu nada, que me has ofrecido completamente será transformada y engrandecida por mi Corazón de Madre. ¡Sacerdotes míos predilectos: dadme toda vuestra nada; entréguense totalmente a Mí! ¡Oh, no se miren más a sí mismos: Yo quiero incluso sus miserias, sus defectos, aun sus caídas! Entréguenmelo todo con gran amor y Yo lo transformaré todo en el homo ardiente del purísimo amor de mi Corazón Inmaculado. Yo misma los transformaré en copias del todo semejantes a mi Hijo Jesús. Es a Jesús a quien Yo quiero hacer revivir en los Sacerdotes a Mí consagrados, en los Sacerdotes de mi Movimiento. Es Jesús viviente en estos Sacerdotes míos quien salvará todavía a mi Iglesia en el momento en que parecerá hundirse. ¡Si supieran, hijos, los designios que tengo sobre ustedes, saltarían de gozo! Por eso les digo: ;entréguense totalmente a Mí, entréguenme su sacerdocio sin miedo! Abandónense a M í…»