Mensaje del 30 de abril de 1974 en Lourdes
Mis hijos predilectos.
“¡Has notado cuánta ternura experimenta mi Corazón de Madre hacia todos mis hijos! Especialmente me revelo a los pequeños y a los inocentes. Si supieras cuánto ama mi Corazón la pureza y se complace en ella. Esta es una virtud que vuelve a las almas abiertas para recibir mi influjo especial de amor, que les permite verme y sentirme presente en ellas. Ahora es el tiempo en que Yo traigo a Mí a todas estas almas privilegiadas para que sean defendidas y preservadas ilesas por Mí y por mi hijo Jesús. También son hijos míos privilegiados todos los enfermos y sufrientes, que ves por todas partes. Te recuerdan el valor del sufrimiento, la necesidad de sufrir. Pero, más que todos, mis hijos predilectos son los Sacerdotes. Hiriéndolos, mi Enemigo verdaderamente me ha herido en el Corazón. Esto ha sido permitido por Dios según sus grandes designios, que ustedes todavía no conocen; sin embargo, este Corazón mío herido está preparando el más grande retomo de mis hijos Sacerdotes extraviados y vacilantes. Por esto los bendigo de un modo especial a ustedes, Sacerdotes de mi Movimiento. Ustedes son el dulce bálsamo para esta herida mía, el consuelo de mi gran dolor; son los instrumentos escogidos por Mí personalmente para mi gran triunfo.”