Mensaje del 26 de diciembre de 1974
Fiesta de San Esteban
La fuerza del Espíritu.
“(• •.) San Esteban era verdaderamente un niño. ¡De qué candor se iluminaba su alma, de qué pureza su fe inquebrantable en mi Hijo, de qué fortaleza toda su persona! Vencía a todos con su mirada, con la pureza de su fe, con la fuerza de su amor. Después de Jesús ha sido mi primer niño que tantas veces he estrechado a mi Corazón (…). Yo sabía que debía ser el primero en morir, después de mi Hijo Jesús. Y con cuánta ternura Yo lo confortaba para que se hiciera fuerte, cada vez más fuerte. Y cuando cayó muerto, me lo trajeron a Mí y Yo lo estreché otra vez a mi Corazón… ¡Oh, casi la misma escena del Calvario! (…) También tú eres llamado a ser Corona: la corona de mi Corazón Inmaculado y Dolorido. Como en él, así también derramo en ti la plenitud del amor de mi Hijo de tal modo que ninguno podrá resistir a la gracia. El Espíritu Santo te impulsará como pequeña pluma sobre la ola de su plenitud. Los Sacerdotes de mi Movimiento serán cada uno esta corona de amor para Mí. Corona de lirios, de rosas y de ciclaminos, todos estos mis pequeños hijos. Pero ninguno podrá resistir a la fuerza del Espíritu que Yo obtendré para ellos. ¡Oh, también ellos — en gran parte — serán llamados al supremo testimonio. ¡Pero su sangre lavará y purificará este mundo, para que nazca otro renovado en el Amor y consagrado de nuevo al triunfo de Dios! (…).»