Mensaje del 23 de enero de 1974
La señal que daré a cada uno.
“No te preocupes por nada de lo que se necesita para la difusión de mi Movimiento. Yo misma cuidaré de todo. Quiero que mis Sacerdotes vivan siempre y solamente en la mayor confianza en Mí. Deben esperarlo todo de Mí, aun en lo que atañe a su vida y los medios de subsistencia. Mis Sacerdotes deberán ser pobres, a imitación de mi Hijo Jesús: pero nunca les faltará lo necesario para vivir y vivir con decoro. Yo soy Madre y me cuidaré también de esto. Haré cosas grandes, extraordinarias, hasta milagros, cuando sea necesario. Pero que mis Sacerdotes no estén solícitos ni preocupados en cuanto al alimento y al vestido. ¡Como niños dejen que sea su Madre la que provea! En cambio, que estén sólo y siempre solícitos por la salvación de tantos hijos míos que se pierden cada día más y caen en las manos de Satanás. ¿No sienten mi gran dolor de Madre que aumenta sin cesar? Vivan sólo Conmigo para consolar el Corazón de mi Hijo Jesús. Jesús, en estos momentos, debe ser consolado. ¡Sean mis Sacerdotes los consoladores de su Sacratísimo Corazón! Vivan sólo y siempre mirándome a Mí, estando Conmigo, amando en Mí, orando por medio de Mí. Por el modo con que se dejen poseer por Mí serán reconocidos como Sacerdotes de mi Movimiento. ¡Será ésta la señal que daré a cada uno para que la vida de cada uno sea verdaderamente transformada!”