Mensaje del 20 de mayo de 1974
La oración de mis Sacerdotes.
“Cada día que pasa, te quiero más unido a mi Corazón: lejos de las vicisitudes humanas, de los acontecimientos que tanto trastornan al mundo y turban a mi Iglesia, para permanecer sólo Conmigo. Te quiero Conmigo en la oración. Estos son momentos tan importantes y tan graves que exigen de mis Sacerdotes mucha, mucha oración. La oración de mis Sacerdotes es necesaria para la salvación del mundo. Que la Santa Misa sea bien celebrada, sea vivida por mis Sacerdotes. La Liturgia de las horas debe ser para ellos un llamado a consagrarme cada momento de su jomada. El Rosario debe ser un momento de coloquio Conmigo: ¡oh, deben hablarme y escucharme, porque Yo les hablo dulcemente, como hace la mamá con sus hijitos. Pero también cada acción de su jomada puede convertirse en oración. Y esto sucede cuando dejan clamar al Espíritu en ellos, que todavía hoy gime con gemidos inenarrables, invocando a Dios como Padre. ¡Busquen al Padre, llamen al Padre, ansíen al Padre! Para ustedes y para todos mis hijos. El sufrimiento de su jomada les dará presteza para una continua oración. Se acercan momentos tan graves que ustedes mismos ni siquiera pueden imaginar. Quiero, pues, prepararlos para que todos puedan estar dispuestos en el momento oportuno. ¡Por esto los llamo a la oraciónr