Mensaje del 19 de noviembre de 1974
El altar sobre el cual se inmolarán.
“(…) ¡Sin embargo, cómo te estoy labrando y transformando, hijo mío! ¿No adviertes ahora cómo Yo vivo y obro completamente en ti? (…) Considera cómo antes ansiabas tener éxito, y ahora parece que te pesa hasta la misma vida; cómo hacías proyectos y planes para el mañana y ahora te parece que el futuro nada te interesa. Cuánto, aunque inconscientemente, te buscabas a ti mismo… Ahora verdaderamente algo está cambiando: soy Yo la que vivo y obro en ti. Tu corazón late con mis palpitaciones; tu mente sigue mis pensamientos; tus palabras repiten mi voz; tus manos renuevan mis gestos: tú has como renacido en Mí. ¡Oh! como procedo con uno, así procedo con todos los Sacerdotes de mi Movimiento. Todos son hijitos nutridos, besados, acariciados y mecidos por Mí. Para que Yo pueda recostarlos a todos con mucho amor sobre el madero de su cruz, debo prepararlos para este inefable y doloroso momento: deberán ser inmolados sobre la cruz como mi Hijo Jesús para la salvación del mundo. Por lo tanto, confiénse a Mí como niños: el Corazón de su Madre será el altar sobre el cual se inmolarán, víctimas agradables a Dios, para su triunfo.”