Mensaje del 18 de abril de 1974
Les daré de esta agua.
“¿No comprendes que, como la tierra reseca espera gimiendo una gota de rocío, así mi Iglesia desde hace mucho tiempo espera esta Obra mía, que Yo misma estoy desarrollando entre mis Sacerdotes? Precisamente los Sacerdotes de mi Iglesia son hoy los más preparados, los más deseosos de aceptarla. Las confusiones y las muchas deserciones de estos últimos tiempos han como resecado el alma de estos hijos míos. ¡Así ahora tienen necesidad de agua pura, cristalina, que apague su gran sed! Yo misma les daré de esta agua. Por lo tanto, hazte cada vez más disponible en mis manos: déjate guiar completamente por Mí, que tengo grandes designios. Ahora debes librarte de cualquier otro compromiso (…) para dedicarte a Mi Movimiento. Recoge, hijo, de todas partes a mis hijos predilectos. Tienen tanta necesidad de conocerse, de encontrarse, de amarse como hermanos, de ayudarse mutuamente, de alentarse entre sí, para ir siempre, con sencillez y abandono, por el camino difícil y doloroso de este tiempo. Yo estaré contigo, no temas. Como madre te proveeré todo: casa, vestido, alimento, como sólo la Madre lo sabe hacer. Te conduciré al vacío absoluto de cualquier apoyo humano y al más total abandono, para que puedas finalmente aprender a hacer lo que más me agrada y que siempre te pido: confíate sólo a Mí, déjate guiar siempre por Mí, espéralo todo de Mí y pídemelo todo a Mí. Qué alegría experimenta mi Corazón de Madre cuando tú me pides algo. ¡Pídemelo todo para tus hermanos Sacerdotes, mis hijos predilectos, y todo lo obtendrás, porque mi Corazón Inmaculado ya ha comenzado en ellos su gran triunfo!”